NOTAS / MARZO 2012
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Marie Orensanz - La indiferencia
Marie Orensanz
Entrevista a Marie Orensanz - Instalación "La indiferencia"

"Estas puertas ya tienen una vida anterior y comienza una nueva a partir de la instalación que estamos haciendo."

Este jueves, la artista inaugurará "La indiferencia" en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.
Entrada Gratuita

-¿Por qué La indiferencia?
Esta instalación yo ya la hice en la Casa de América latina en París. Si bien la esencia es la misma, el sentido es diferente. Para aquella muestra, yo saqué fotos de puertas de una sola hoja y sin ventanas en distintos barrios de París. Una vez sacadas, llevé las fotografías en la medida original de las puertas y las puse 6 y 6 de cada lado, 12 puertas en total. El 12 es un número que yo uso mucho, en el sentido que tiene varios significados como el tiempo, los meses, los apóstoles, el 1 como unidad y el 2 como pareja. Yo quería llegar, de alguna forma, a conmover y producir algo a quien entrara en este cuarto donde se iba a encontrar con el texto “la indiferencia” y esas puertas cerradas. Yo creo que la indiferencia es algo que mismo hoy tiene mucha vigencia. Hay problemas sociales que se banalizan por la información. Estamos tan acostumbrados a la información que cualquier cosa ya es una noticia más. Creo que si para algo sirve lo que hacemos es para que se pueda reflexionar, ver y pensar.

-Para esta instalación usaste materiales extraídos de distintos edificios de la EX ESMA. ¿Qué diferencias existen con aquella muestra original?
La diferencia con la instalación que hice en París es que acá las puertas son las originales de este lugar, antes de su renovación. Yo me encontré, en uno de los viajes en que vine a Argentina, con Nora Hochbaum (ex coordinadora del área de Artes Visuales) y ahí vi las puertas. Entonces le pedí que las guardara porque me “me interesaba hacer una instalación con las puertas verdaderas por la carga que tienen por sí mismas al ser viejas y no estar cuidadas.”  Estas puertas ya tienen una vida anterior y comienza una nueva a partir de la instalación que estamos haciendo.

Por lo que venís diciendo, en La indiferencia se plantea un trabajo con la resignificación de los objetos. ¿Se podría trazar una analogía con la recuperación del espacio de la EX ESMA?
Yo creo que en el arte, en general, siempre estamos usando lo que sucede, lo que sucedió y lo que va a suceder. En el fondo somos como una cadena. En esta instalación también hay música. Como el lugar es muy fuerte en sí mismo, yo quería también, a través de la música de la época, expresar otra cosa no liviana que también está presente. Aunque sucedan cosas espantosas, el teatro sigue existiendo, los músicos siguen existiendo, la vida de la gente sigue existiendo. No todos se pueden ir, no todos se pueden borrar de un país cuando suceden tantas barbaridades. La música puede llevar la cabeza a otro lado: cuando pasa algo muy feo también hay otros que crean y otros que hacen cosas y que distraen. No podés vivir con una cosa tan pesada como pudo haber sido Hitler, o acá los militares: de algún modo tenés que continuar. Y en la continuación está el teatro que te estoy diciendo, con textos que aparentemente no dicen lo que está ocurriendo y al final sí lo dicen de forma vedada. No puse música argentina. Me parecía una falta de respeto de mi parte poner la música de músicos argentinos en una época muy brava. Acá puse música europea de la época.

-Por lo que se ve en la instalación, la obra se completa cuando el espectador ingresa. ¿Cómo ve esa relación entre receptor y obra?
Mientras que en París solamente había puesto el título “La indiferencia” en la instalación, acá hemos utilizado un proyector para que la frase “la indiferencia” pase por las puertas, por la gente, por nosotros mismos y continúe. Todos estamos incluidos en esa indiferencia.

Desde afuera la obra es una estructura cerrada, no se puede ver el interior. ¿Hay algún tipo de contenido implicado en la imposibilidad de ver desde afuera, tal vez algún vínculo con los centros clandestinos?
La idea es que entres y veas, lo de afuera es la estructura. Se puede hacer ese análisis: no se ve nada desde afuera y cuando entrás, ves algo que también se plantea. Te tenés que plantear qué pasa con vos, con el mundo en que vivís, con la indiferencia a la que te puede llevar la globalización, con las cosas más directas y naturales que son vos y el otro y no vos como un ser egocéntrico. Dejo la interpretación al libre albedrío de la gente que venga a ver la obra. La estructura está fabricada: el que quiera, que la penetre. También pensé en poner unos lápices colgados al lado de las puertas. Si alguien quiere escribir algo, lo puede hacer. No soy la dueña de la verdad. Abrir al otro es lo que más me interesa.

¿Qué proyectos tenés para este año?
No sé si esta muestra hará otro camino. Yo tengo otra muestra en el mes de mayo en la Galería de arte “Ruth Benzacar” pero con obras nuevas que también espero logren llevar a la reflexión. No tienen nada que ver con esto pero en el fondo siempre hay un hilo conductor. Cuando hice la retrospectiva en el MAMBA (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires) me di cuenta que había un hilo conductor que me llevaba a través de diferentes materiales y de diferentes formas de expresarme hacia un mismo pensamiento. También voy a exponer en septiembre en la School Galery de París.