A partir de las 19 HS, el público empezó a poblar las instalaciones del Centro Cultural para tener el primer contacto con las obras. Instantes después, Eduardo Jozami, director del espacio, dio por inaugurado el encuentro de forma oficial e hizo hincapié por un lado, en el rol de la cultura para la reconstrucción de la historia y, por otro, en la importancia de contar con artistas de disciplinas, enfoques y orígenes diversos. Luego de un breve intervalo, llegó el momento de recorrer las instalaciones.
Diseñada especialmente para el espacio, con materiales que fueran parte de los distintos edificios de la EX ESMA, La indiferencia se concibe como una experiencia interactiva que insta a reflexionar sobre la invisibilidad experimentada tanto por las víctimas de la última dictadura cívico-militar como por hombres y mujeres de la sociedad actual. Neutra si se la observa desde afuera, el espectador debe ingresar a la obra y enfrentarse a un espacio asfixiante repleto de puertas, musicalizado con clásicos de la década del 70 y signado con la leyenda “La indiferencia” que recorre, desde un proyector, cada uno de los rincones.
Al respecto, Marie Orensanz -una de las figuras más destacadas del arte argentino de las últimas décadas- advierte: “Yo creo que la indiferencia es algo que mismo hoy tiene mucha vigencia. Hay problemas sociales que se banalizan por la información. Estamos tan acostumbrados a la información que cualquier cosa ya es una noticia más. Creo que si para algo sirve lo que hacemos es para que se pueda reflexionar, ver y pensar."
Por su parte, Cartografía poéticas de la memoria, una coproducción del Centro Cultural con la Cooperativa Artìstica Nmente de España, se plantea como una reflexión sobre los conceptos de memoria, historia y tiempo. Para este proyecto, artistas argentinos y españoles han puesto en diálogo a sus obras y experiencias a fines de redefinir el concepto de subjetividad como una dimensión dialéctica y colectiva.
Esta muestra intenta acercarnos a ciertas prácticas artísticas en las artes visuales –que incluyen performances en vivo, cortos y largometrajes, testimonios y trabajos con el espacio- que abordan la problematización ética y estética de la construcción de la memoria en contextos y sociedades post dictatoriales.
Participan el Grupo de Arte Callejero (GAC), los artistas Carolina Andreetti, Elsa Fernández Van Trier, Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto, Joseph Gordillo, Julieta Hanono, Mónica Herrera, Ana Navarrete, Graciela Sacco y Virginia Villaplana y los curadores Andrés Labaké, Cristina Ramos, Bárbara Tardón y Gabriela Bettini, quien destacó que “los artistas, junto con el resto de actores de la sociedad civil, van haciendo una reconstrucción cultural de la memoria irrefrenable, más allá del apoyo o no de los Estados o gobiernos de cada momento” y explicó que “la obra se ha planteado como un diálogo entre artistas españoles y argentinos que van respondiendo preguntas similares porque si bien tenemos historias que cronológicamente no son paralelas si hay muchas similitudes.”
Por último, Revelaciones de una noche subtropical se propone como un vínculo entre diferentes poéticas contemporáneas. Además de exponer algunas de sus obras, los jóvenes artistas Delfina Estrada y Martín Lanezán realizaron intervenciones (dibujos y grabados) en las paredes del Centro Cultural. Sobre esta experiencia, Martín Lanezán expresó: “Era una apuesta venir a un lugar que hace mucho énfasis en la memoria con imágenes que pueden hablar de la memoria o no pero con poéticas distintas a lo que se venía viendo. Invita a la gente a acercarse, a tener libertad de pensamiento y libertad de expresión en un lugar como éste.”
El objetivo de las muestras es presentar la variedad de producciones de artes visuales que constituyen nuestro tiempo. El Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti convoca a todos aquellos artistas que militen en el arduo camino de reflexionar sobre la identidad y la memoria a congregarse en un espacio que día a día no cesa su resignificación. Las rejas de la EX ESMA deben convertirse en una puerta de entrada y no un espacio de segregación para el resto de la sociedad. Una experiencia para repensar nuestra identidad como país.