La apertura del encuentro estuvo a cargo del director del Centro Cultural, Eduardo Jozami, quien se refirió a la “capacidad del arte para abordar tantos temas y tantas aristas en forma transdisciplinaria” y enfatizó “no estamos pensando en la memoria como mera necesidad de mirar para atrás sino que pensamos que es fundamental mirar para atrás para poder avanzar.”
En palabras de sus coordinadores Loreto Garín Guzmán y Federico Zukerfeld, “Espejos…” es la metáfora que permite asumirnos como refractores-proyectores de imágenes, analogías de los procesos sociales y políticos que nos rodean. La muestra se concibe como una invitación para que artistas y espectadores se adentren en un territorio (recorrido por la historia) de reflexión lúdica que busca desacralizar el que fuera un espacio de encierro y muerte. La obra combina trabajos de
Alejandra Fenochio, Azul Blaseotto, Carlos Trilnick, Chto Delat?, Daniel Murgel, Democracia, Diego Perrotta, Eduardo Molinari, )el asunto(, Ezequiel Monteros, Ezequiel Verona, Fabián Crespi, Hernán Cardinale, Iconoclasistas, Jenny Wolka, Juan Carlos Romero, Khaled Jarrar, Leopoldo Tiseira, León Ferrari, Matthijs de Bruijne, NSK, Sebastián Díaz Morales, Sergio Lamanna, SubCoop, Victor Hugo Bravo, Yael Bartana y Yaya Firpo.
En “Espejos…”, el público puede interactuar con los objetos, escuchar música, ver videos y hasta desplegar las alas de un pájaro que se yergue sobre las instalaciones. Durante la inauguración, el teatro y la performance cobraron rol protagónico: una pareja formada por un domador (con aires de Tío Sam y látigo) y un híbrido –a media res entre Quasimodo y un famoso ex ministro de economía- se deleitó leyéndole la suerte al público a través de una ruleta basada en acontecimientos de la década del 90. Además, se presentó un cuadro teatral, escrito y dirigido por Zukerfeld, sobre los vínculos entre arte y violencia.
Por su parte, “21-105” se compone de 21 retratos de mujeres que dieron a luz en cautiverio en el Centro Clandestino que funcionó en la ESMA durante la última dictadura militar. La muestra hace foco tanto en esas madres como en los niños recuperados y los que aún no conocen su identidad. Para realizar su trabajo, Diego Cirulli indagó en las bases de datos de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. La propuesta se enmarca (y dinamiza) dentro de la lógica de un archivo abierto que debe seguir creciendo a través de nuevos aportes. La obra de Cirulli enfatiza el trabajo que resta por hacer a partir de la infalibilidad de los números. Esta muestra se completa con el montaje de un cubo de madera donde se encuentran imágenes que representan a las 105 identidades recuperadas, sobre un total estimado en 500 menores apropiados.
Por último, en la intervención – llevada a cabo en la sala Dos Paredes- “Con el viento en los oídos” Jimena Croceri y Viviana Blanco han abierto un diálogo poético a través del trabajo en simultáneo con el espacio. La reflexión política sobre las condiciones de supervivencia de los artistas y la mirada sobre la producción del otro como motor creativo se convierten en los ejes de estas obras: el arte es una labor colectiva. La sala Dos Paredes se plantea como un lugar físico y a la vez como título del ciclo que convoca a diferentes artistas a realizar intervenciones específicas, con la intención de poner en tensión diversas poéticas y prácticas contemporáneas.