Por Bárbara Komarovsky, Matías Cerezo y Damián Lamanna Guiñazú
prensaconti1@gmail.com
Equipo de Comunicación y Prensa del CCM Haroldo Conti
-¿En qué momento surgió la idea del libro?
Luciana Rosende: Fue hacia el cuarto aniversario de la desaparición, por puro interés por el tema, sin saber qué había en la causa.
Werner Pertot: Notamos que el tema había desaparecido de la agenda de los medios, de la agenda política del oficialismo y de la oposición. Esperábamos que para el día del cuarto aniversario hubiera algún revuelo por el tema y nada. Además la causa judicial no estaba avanzando para ningún lado. Desde nuestro lugar de periodistas quisimos hacer nuestro aporte para que esto cambiara.
-En el libro cuentan que durante los primeros días o las primeras semanas, el poder político tomó el caso de López como un hecho de extravío y no como una desaparición, ¿por qué creen que fue así?
L: (El ex ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, León) Arslanian dijo que esto se tomó desde el primer momento como un secuestro.
W: No había ningún otro caso de gente que fuera secuestrada y después desaparecida. Esa posibilidad no existía. Hay que ver qué rol jugaba la Policía Bonaerense, qué información circulaba. Hubo un fuerte nivel de confusión en el gobierno hasta la desaparición de Luis Gerez. Ahí el gobierno hizo un click y enfatizó que no iba a haber ningún tipo de amnistía ni se iba a ceder a la extorsión. Los funcionarios cercanos a Néstor Kirchner decían que su razonamiento era: si estos tipos quieren detener los juicios, tenemos que hacer exactamente lo opuesto, poner el pie en el acelerador para que se den cuenta que esta estrategia no les va a servir para nada. Vamos a presionar más a la justicia para que se aceleren los juicios. Y después hay una evaluación de Kirchner: si yo cedo en esto, después vienen por la economía de guerra.
-¿Por qué creen que se produjo ese bache en el que se habla de un señor grande que se perdió y después termina se redobla la apuesta?
L: [Felipe] Solá dijo una semana después que López "era el primer desaparecido que desaparece en democracia". El problema es que la policía y los investigadores siguieron la línea de ´un viejito que se perdió´. Hay un desfasaje entre el discurso político -de Solá en ese momento y de Kirchner después- respecto de la investigación judicial que no toma medidas para investigar a los represores del entorno de Etchecolatz.
-Por qué creen que se desvió la investigación a pistas falsas, ¿respondió a la necesidad de captar la atención de los medios o a presión política?
W: Lo que nosotros podemos ver es que se hizo todo pésimo desde la primera etapa de la investigación, se desvió hacia pistas ridículas y falsas. La pregunta es, ¿lo hicieron porque son ineficientes y la Bonaerense es capaz solo de detener a un pibe pobre y no puede investigar crímenes complejos o directamente fue algún hecho de encubrimiento? Si me tengo que remitir a la cuestión jurídica, lo que dice la Cámara cuando aparta a la Bonaerense es que hubo "negligencia manifiesta". No los acusa de encubrimiento, no existe hoy la causa López II como existe en otros casos. Nosotros podemos decir que si se observa el patrón que tiene la Bonaerense durante el año y medio que tiene la investigación a cargo es que la llevó hacia cualquier lado menos hacia donde debió apuntar, que es a los represores. Y cuando se empieza a investigar el entorno de los represores, todas las medidas se demoran en forma ridícula e inexplicable.
-En la introducción, ustedes plantean que hay estructuras que, desde la dictadura para acá, no se pudieron tocar. Fue más fácil acelerar los juicios que encontrar a los responsables de la desaparición de López.
W: En ese sentido, es interesante lo que planteó de (el ex director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria) Marcelo Saín que, usando una metáfora provocadora, afirmó que es más fácil bajar el cuadro de Videla que bajar el cuadro de los comisarios. La Policía Bonaerense es la única que durante la dictadura orquestó el circuito represivo. Esto trae consecuencias. Nosotros en el libro tratamos de pensar que la desaparición de López no involucra solo al Gobierno, sino también al Poder Judicial y al Legislativo. Y tratamos de dejar en claro qué rol tuvo cada uno. En este sentido, cada uno actuó de maneras que llevaron a este resultado.
¿Por qué se asocia a López con la figura de víctima y no de militante, sobre todo en los medios de comunicación?
L: El discurso de la familia era que López iba a la unidad básica, jugaba al fútbol y listo. En la casa no sabían demasiado de su militancia. Recién en 2006, cuando él va a declarar, hay un acercamiento pero hasta ese momento la familia no avalaba, ni conocía ni quería conocer demasiado.
W: El rol del familiar es central [en este tipo de casos]. La familia López resolvió el trauma social que genera una desaparición diciendo "de esto no se habla más, esto ya pasó, ya está, no nos metamos más en política, ni vayas a declarar": un tema tabú.
L: Se revivieron algunas reacciones de la dictadura, como "si mi viejo no era militante, ¿por qué le hicieron esto?".
-¿Se modificó en algo la figura del testigo a partir de la desaparición de López?
L: Los testigos no dejaron de declarar en los juicios. Quizá piensan "esto es peligroso, pero me comprometo igual".
W: Lo primero que se discutió con la desaparición de López fue la protección de los testigos, entendida como 'un policía al lado de cada sobreviviente'.
L: Nos preguntan mucho por la figura del testigo clave. No estamos de acuerdo con esta idea, creemos que López era más vulnerable que otros para ser secuestrado.
W: Es contrafáctico, pero si a López le hubieran puesto toda la seguridad del mundo, hubieran buscado otro lugar donde pegar, para boicotear los juicios y generar un acto de terror contra la sociedad.
-Pero siguiendo esta lógica, López era una víctima más fácil de obviar, de invisibilizar
W: Hay una hipótesis que sostiene que en los días previos a la desaparición de López alguien lo citó bajo amenaza o engaño con un argumento con suficiente peso para que no fuera al juicio. Hay indicios de que [los secuestradores] querían que se desdijera de su testimonio, que asegurara que todo era falso. Seguramente esto no impactaría en el resultado del juicio contra Etchecolatz, pero sí sobre la opinión pública. El dato que refuerza esta hipótesis es que a partir de la desaparición de López todas las páginas Web cercanas a los represores empezaron a reproducir el mismo discurso: López mentía en su declaración y se había escapado porque no podía comprometerse con lo que había dicho, cosa que no tienen verosimilitud interna.
-Ustedes se refieren a la caída de la premisa del "Nunca Más".
W: La idea del nunca más un desaparecido se quiebra con el hecho de que vuelven a desaparecer a un testigo en la primera causa que se abre después de la anulación de las leyes de impunidad. Esto no quiere decir que estamos igual que en la dictadura. Lo que si ocurrió es que los que integraron el aparato represivo intentaron frenar el proceso de juzgamiento a través de la misma metodología, ahora ya como un grupo más pequeño. Saín nos decía que no creía que hubiera sido la Bonaerense, porque la Bonaerense "está interesada en sus negocios" y que si algún sector participó fue por negocios actuales o porque le debían algo a alguien, con otra lógica.
-¿En algún momento se sugirió una causa López II, para investigar las irregularidades en el proceso judicial?
W: Sería interesante pensar, en torno al debate sobre la reforma judicial, qué actitud tuvieron todos los funcionarios judiciales en la investigación de la desaparición de López. A casi ninguno le preocupaba si estaban controlado su desempeño o si traería alguna consecuencia el hecho de no estar investigando una de las cosas más graves que sucedió desde la vuelta de la democracia.
-¿Ustedes se preguntaron por qué la reacción de los organismos de DD.HH, que sostuvieron en agenda el tema de los desaparecidos, en esta caso fue tan dispar?
W: Tiene que ver con la polarización kirchnerismo-antikirchnerismo. Desde hace un tiempo, hay dos marchas por el 24 de marzo, pero no hay dos marchas por López. El kirchnerismo se fue retirando de las marchas de López. No es una cuestión de kirchneristas o antikirchneristas, sino de un reclamo que corresponde a la democracia y no debería haber una división en [la decisión de] enfrentar a los tipos que quisieron parar los juicios y secuestraron y desaparecieron a un sobreviviente de la dictadura. Si nosotros como sociedad fuimos capaces de salir de la inercia que habían generado las leyes de impunidad y los indultos, para juzgar a los que cometieron los peores crímenes de nuestra historia, también tenemos que ser capaces de poder encontrar a quienes intentaron atentar contra este proceso y juzgarlos y condenarlos.
-Así como dicen que el caso había desaparecido de los medios, la revista Barcelona lo mantuvo desde la ironía, ¿qué creen que va a pasar con este libro?
W: Ojalá sirva para abrir algunos debates y sobre todo para pensar qué está pasando con la causa y tener un alerta sobre eso.