NOTAS / MARZO 2014
Declaró la hermana de Raymundo Gleyzer
Causa El Vesubio II: 4 acusados / 204 víctimas

Declaró la hermana de Raymundo Gleyzer

"Nosotros vamos a estar en los libros de este país como gente honrada. Ustedes no, nunca. Se les fue el tren". Greta Gleyzer, hermana del cineasta Raymundo Gleyzer, desapareciedo el 27 de mayo de 1976, increpó mirando a la cara a los mitilartes acusados. Habían pasado unos minutos después de las 10 de la mañana del jueves 20 de marzo en la Sala de Audiencias de los Tribunales de Comodoro Py. Fue la primera vez que Greta daba testimonio en la causa El Vesubio.

Greta indicó que los testimonios de Noemí Fernández Álvarez y Horacio Vivas (Causa Vesubio I, 2011) eran contundentes como pruebas para asegurar que Gleyzer estuvo en el Centro Clandestino de Detención y Tortura El Vesubio. Por otro lado, amplió la información que se conoce sobre la visita del Padre Castellani a Haroldo Conti. Durante ese encuentro una persona que se encontraba en la celda con Conti, encapuchada, le dijo al sacerdote “Soy Raymundo Gleyzer. Dígale a mi familia que estoy vivo”. Tras esta revelación Greta intentó contactar al Padre Castellani, pero éste nunca la recibió para poder confirmar esta información.

Desde entonces, Greta realizó y presentó diferentes habeas corpus. En su testimonio contó que el día de la desaparición de Raymundo se llevaron su auto, un Renault 6 (mismo modelo que el que se llevaron de la casa de Haroldo Conti al momento de su secuestro). Cuando se presentó ante el juez Rafael Sarmiento, éste, a través de la patente confirmó que el auto estaba circulando y le dijo “Se fija señora, esta es la prueba de que su hermano está paseando con minitas”. Greta interpeló a los presentes en la audiencia: “¿Se dan cuenta? Un juez de la Nación me dijo que mi hermano estaba de joda, cuando yo le presenté un habeas corpus por su desaparición”.

Por último, Greta Gleyzer explicó el daño que significó la desaparición de Raymundo para toda su familia. Emocionada recordó cuando ella se quedó con su sobrino, Diego, de cuatro años el mismo día de la desaparición de Gleyzer. “Dieguito no comía, y pasaban las horas y no quería comer de ninguna forma. Hasta que a la noche me acerqué y le pregunté por qué no quería comer. Y él me confesó:

-Es que mi papá se fue de viaje sin saludarme-. Y ahí yo le dije que se había ido tan apurado que no había podido saludarlo. Pero que seguro que en ese momento el papá estaría muy arrepentido. Y entonces, Dieguito me miró y me preguntó -¿Vos crees que mi papá piensa en mí, tía?-. -Por supuesto, Dieguito, estoy segura que en este momento tu papá está pensando en vos-. Recién ahí Dieguito comenzó a comer.”