NOTAS / MARZO 2014
Declaró el hijo de Haroldo Conti
Causa El Vesubio II: 4 acusados / 204 víctimas

Declaró el hijo de Haroldo Conti

“Ese pacto de silencio que tienen es perpetuar lo maligno. Después de 40 años, no sabemos qué fue lo que ocurrió con él.” Con estas palabras concluyó el testimonio de Marcelo Conti por el secuestro y desaparición de su padre, el escritor Haroldo Conti, el 5 de mayo de 1976. Era cerca del medio día del jueves 13 de marzo en la Sala de Audiencias de los Tribunales de Comodoro Py.

“Mi viejo era un intelectual, tenía una aguda mirada crítica. En el momento de su secuestro trabajaba en la Revista Crisis”, recordó Marcelo. Si bien su obra fue truncada por su desaparición, ya se trataba de un escritor reconocido, ganador del Premio de las Américas por su libro Mascaró, el cazador americano. También era conocido por su militancia en el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), en el frente cultural.

Luego, fue el momento de dar testimonio sobre el secuestro. Haroldo Conti fue secuestrado por un grupo de tareas la madrugada del martes 5 de mayo de 1976. “Mi viejo había ido al cine con su compañera, Marta, a ver “El Padrino II” y mi hermanito Ernesto de tres meses y la hija menor de Marta habían quedado al cuidado de un amigo de militancia, Héctor “el Gordo” Fabiani. Pasadas las 9 de la noche el grupo de tareas llamó a la puerta y Fabiani, creyendo que la pareja había vuelto del cine, les abrió. Esa noche se llevaron a mi viejo y a “el Gordo””. "Este es mi lugar de combate, y de aquí no me voy", había escrito Haroldo Conti en un cartel colgado frente a su escritorio. Pero sus secuestradores no supieron lo que decía ese letrero, porque estaba escrito en latín.

Esa mañana Marta llamó a Marcelo: “Dijo que “el Gordo” y mi viejo estaban ‘descompuestos’, todos sabíamos que los teléfonos estaban intervenidos. Yo tenía 16 años”. Su tía Pocha fue ese día a la casa y comprobó que estaba todo revuelto y que se habían robado todas las cosas de valor. También se habían llevado el auto de Haroldo Conti, un Reanult 6 que nunca apareció.

Después de las palabras de Marcelo Conti llegó el turno de la fiscalía, que hizo referencia al episodio que tuvo por protagonista al Padre Leonardo Castellani, quien junto a Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Alberto Ratti (presidente de la Sociedad Argentina de Escritores) había aceptado una invitación del dictador Jorge Videla para almorzar en la casa presidencial, apenas quince días después del secuestro. En ese período todos habían recibido por distintas vías la solicitud de pedir a Videla por la vida de Haroldo Conti. Alberto Ratti lo hizo y entregó además una lista de otros once escritores presos. El Padre Castellani entonces tenía casi 80 años y le pidió a Videla que le permitiera ver a Conti en la cárcel. Había sido su maestro en la etapa de Conti como seminarista. El 8 de julio de 1976 el Padre Castellani logró verlo en Coordinación Federal y se supo que lo encontró en tal estado de postración que no le fue posible conversar con él. La fiscalía consultó a Marcelo Conti si había tenido la posibilidad de entrevistarse con Castellani, pero éste lo negó, ya que al poco tiempo el sacerdote murió sin dar detalles de aquella visita.

Por último, se hizo referencia a un confuso episodio. Meses después del secuestro de Conti cayó un grupo de para-militares que realizaba secuestros extorsivos, y que se encontraban en Suiza esperando cobrar un rescate de un empresario uruguayo. Al momento de ser detenidos, uno de ellos, de apellido Bufano, dijo haber formado parte del grupo de tareas que había participado del secuestra de Conti. En ese momento le hicieron llegar una copia de una fotografía a la familia de Conti para que pudieran identificar si se trataba efectivamente de uno de los secuestradores. La imagen era de tan mala calidad que en un primer momento se creyó que se trataba del “gordo” Fabiani, compañero y amigo de Conti. Hubo mucha confusión, incluso, en el legajo de CONADEP figura que Fabiani es Bufano, o sea que se informa que había pertenecido al grupo de tareas que secuestró a Haroldo Conti. Aunque tiempo después, al obtener una mejor fotografía, se confirmó que no se trataba de Fabiani, nunca se logró corregir el legajo de la CONADEP y esta injusta confusión se instaló y persiste hasta el día de hoy.