El proyecto Itinerancia del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti abarca las áreas de fotografía y artes visuales. A través de esta iniciativa, el Conti se plantea, por un lado, la necesidad de generar vínculos tanto con otros espacios de memoria, como con centros abocados a la promoción cultural barrial e instituciones interesadas; por otro, y como espacio que depende del Estado Nacional, la búsqueda de federalizar las producciones e incluso llevar el arte argentino a otros países. Las instituciones interesadas deberán comunicarse a itineranciaconti@gmail.com
Fusión de lenguajes para dimensionar un nuevo sentido, la muestra Filiación –que contó con la curaduría de la fotógrafa Cristina Fraire (coordinadora del área de fotografía del Conti)- reúne, en primer lugar, una selección de Arqueología de la ausencia, obra que consiste en la superposición de imágenes de hijos de desaparecidos con fotos de sus padres en busca de la síntesis imposible (la imagen de una familia sobre la espalda desnuda); en segundo lugar, collages que juntan y reconstruyen como un grotesco los linajes truncos por la dictadura (especialmente pensados para este trabajo); en tercer lugar, fotos de centros clandestinos o lugares emblemáticos como el Río de la Plata: destino de muchos militantes víctimas de los vuelos de la muerte (del archivo personal y laboral de la autora); y, finalmente, una serie de videos documentales que abordan el proceso de recuperación de los restos de algunos detenidos-desaparecidos realizados por sus hijos: Leopoldo Tiseira, Juan Pablo Mantello, Mariana Corral y Eva, Sofía y Marina Arroyo. En este recorrido, la filiación se vuelve tan sanguínea (familiar) como experiencial-común.
Desde sus imágenes imposibles, Filiación se pregunta por la ausencia, expresada como marca que sobrevive en el cuerpo, ausencia que narra una historia común. Aunque ejercicio pleno sobre la subjetividad, el trabajo de Quieto también constituye una búsqueda colectiva del pasado. Imágenes de centros clandestinos (interiores y exteriores), el río como un cementerio, ventanas abiertas que podrían funcionar como autoreferencia del fotógrafo - aquel que abre resquicios para hallar lo imperceptible- o como señalamientos sobre la complicidad civil que elegía no ver durante la dictadura.
Colores chillones y fotos recortados, el abrazo de una hija con sus padres que se besan con toda estética de los 70´, la sombra de Lucila Quieto escuchando las palabras de su madre. Un cuerpo también puede caber en una caja y la familia se reencuentra sobre las paredes de un ex centro clandestino. Filiación desafía la imposibilidad y mientras asume el deseo por una identidad vuelve la cámara fotográfica una aguja para unir los hilos que alguna vez fueran cortados. Se trata, en última instancia, de vivir el mundo con la fuerza de la imaginación.
A través de este nuevo recorrido, el Conti celebra que el arte permita seguir generando vínculos, abriendo puertas, suspendiendo distancias. Es la percepción más inmediata, la sensibilidad -como una intuición para percibir tanto lo más crudo, como la belleza del instante- la que va construyendo un relato mientras la vida transcurre. Algo alrededor se rompe, una grieta aflora, huele, resuena. Allí es donde un escritor, un artista visual, un músico necesita comenzar a decirse.