El lenguaje es peso y volumen, materialidad en tiempo y espacio. Con una frase que el artista visual judío-alemán Max Liebermann pronunciara frente el advenimiento del nazismo en 1933 –"No puedo tragar tanto como quisiera vomitar"- Enrique Ježik intervino la sala 1 del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. El artista se sirvió de más de 5 mil kilos de cartón (aporte de la Cooperativa de cartoneros Las madreselvas) para replicar las palabras de Liebermann en un tamaño exponencial: 37 esculturas, una por cada letra. La obra se puede atravesar/experimentar de cerca o verse desde la altura de otras salas del Conti.
El proyecto cuenta con la curaduría de Cuauhtémoc Medina (Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, México; Curador en jefe del MUAC- México, Curador de Manifesta 9. The Deep of the Modern en Genk, Bélgica, en 2012 entre otras), quien, en palabras de Jezik, enriqueció la idea a partir de numerosos debates y lo ayudó a pensar las dimensiones de la sala como un elemento constitutivo de la obra. Medina arribará a la Argentina en mayo para dar una serie de conferencias, una de ellas en el Conti.
Desde hace más de una década Enrique Ježik viene desarrollando un cuerpo multidisciplinario de obra dedicado a explorar e investigar la formas de la violencia, organizada y masiva, en diversas instancias y configuraciones, desde guerras y manifestaciones urbanas hasta los pequeños mecanismos de control cotidiano. A mediados de los 90 el artista –para entonces ya instalado en México- comenzó a trabajar sobre el lenguaje gráfico: en un principio a través de un código cifrado (escritura en braile), luego de un modo más explícito. Sin embargo, en "Declaración…" Ježik materializa el lenguaje como escultura por primera vez.
"Exponer acá tiene una carga muy fuerte por el lugar en el que estamos. La cercanía con el 24 de marzo [la muestra se inauguró el 22]. Muchos elementos con una carga política e histórica importante. Por eso pensé una idea de esta naturaleza, que tuviera una forma de reflexión y conciencia. La frase es abierta y se la puede interpretar de distintas maneras", señala Ježik quien en un principio había pensado en otros materiales para llevar a cabo la obra. "Cuando pensé en trabajar a escala, el tamaño de la sala me hizo evaluar distintos materiales y surgió esta posibilidad, no por el cartón en sí sino por el hecho de generar una colaboración con las cooperativas de cartoneros. Trabajar con material recuperado, una conexión entre la idea que expresa la frase con el proceso de recuperar el cartón, pensando en un trasfondo político. ¿De dónde vienen estas cooperativas, cómo se han desarrollado?"
"Declaración…" interpela el presente. Jezik sostiene que, como herramienta política, el arte debe generar conciencia. La frase replica a través del tiempo y se reinstala. El asco como fundamento frente a lo que sucede –o no sucede- alrededor.