AGOSTO 2014 / ACTIVIDAD GRATUITA
El Derecho a la Ciudad
CICLO

El Derecho a la Ciudad

Sábado 30 de agosto

Exposiciones de los participantes

Director Proyectos Culurales. Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

Breves palabras de introducción para la mesa. Muchos de aquí ya han participado. Este es un ciclo que convocamos desde el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Este es el segundo año, nuestro cuarto encuentro. Cuando planteamos el ciclo del Derecho a la Ciudad, pensamos que este es un lugar pertinente para realizar este ciclo porque creemos que el derecho a la ciudad está en la naturaleza de los Derechos Humanos. Es un derecho colectivo, engloba muchos de los derechos sociales, económicos y culturales, y también creemos que es una propuesta política frente a la apropiación y privatización del espacio urbano que se está dando en la ciudad de Buenos Aires. Hoy estamos frente a un proceso de segregación espacial, de desigualdad social, de privatización donde prima la lógica mercantil en el hacer de la ciudad, y en ese sentido convocamos, y queremos seguir convocando, en este espacio para dialogar, para debatir, para lograr propuestas, a militantes sociales, militantes políticos, legisladores, gente de la academia, ciudadanos en general (urbanistas, sociólogos, economistas, etc). Y hoy el tema que nos convoca es el de la cultura. Les agradecemos a todos por participar y a los panelistas por venir.

Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

Cuando empezamos a saber de las clausuras de Centros Culturales que se estaban produciendo en la Ciudad de Buenos Aires pensamos que este Centro Cultural debía proponerse abrir un espacio a esta temática en el marco del Ciclo del Derecho a la Ciudad. Es un espacio que seguramente continuaremos porque estas clausuras hacen visible la necesidad de reflexionar en torno a cómo la actual gestión está plasmando en los hechos la política cultural en la ciudad. Y además, porque en este Centro Cultural, que es el Centro Cultural de la Memoria, también pensamos que cultura, memoria e identidad son dimensiones que no pueden ser disociadas, y en ese sentido que contribuir a reforzar la idea del derecho a la cultura, la memoria y la identidad de la Ciudad de Buenos Aires es un deber que tenemos en este momento. Ayer yo estuve en la Legislatura, en la fiesta que fue la Legislatura, durante la conferencia de la presentación de la Ley, y me entusiasmó oír de nuevo autodefinirnos como “porteño”. Y pensé “cuánto tiempo hace que no escuchamos decir porteño”. Sin duda esto también tiene que ver con esta necesidad de recuperar la identidad como ciudad.

Hemos convocado a distintos actores sociales para este debate: unos están desarrollando tareas territoriales de producción de la cultura, otros son profesionales, investigadores, que piensan, analizan cuál es la política cultural, cuál debiera ser la política cultural, de qué cultura estamos hablando cuando hablamos de cultura. Y también hemos invitado a Legisladores, en ese sentido tomamos como criterio legisladores que participan de la comisión de cultura en la Legislatura, Ayer, en la conferencia de prensa hubo una apelación por parte de la mesa que presentó: “Ya hoy presentamos una ley, ahora es el momento de comenzar a militarla”. Modestamente, esperamos que este sea un espacio que contribuya a la militancia de esa ley.

Área de Cultura de La fábrica Porteña. Investigadora de FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales).

La Fábrica Porteña es el Centro de Estudios del FPV (Frente para la Victoria) porteño. Producimos información, ideas y propuestas sobre y para la ciudad de Buenos Aires en las áreas de salud, educación, cultura y comunicación, desarrollo económico, hábitat, seguridad y justicia, entre otras.

Particularmente en el área de cultura y comunicación, analizamos políticas culturales de la ciudad y, al mismo tiempo, reflexionamos sobre el diseño de políticas culturales alternativas, buscando opciones creativas para el sector cultural porteño.

El diagnóstico de situación de las políticas culturales en la ciudad, permite identificar tres problemas principales:

1.- Concentración de la oferta cultural en el norte y centro de la ciudad

2.- Consumo cultural desigual, en términos de acceso.

3.- Predominio de la realización de festivales y megaeventos en detrimento de

otras formas de relacionarse con la cultura, tanto para el consumo como para la producción.

Con respecto al primer problema, resultan ilustrativos los siguientes mapas:

El Derecho a la Ciudad

El Derecho a la Ciudad

Los mapas fueron realizados con información brindada por el Gobierno de la Ciudad. De todos los diferentes tipos de oferta cultural (cines, teatros, etc.), los centros culturales son los que tienen una distribución más homogénea en el territorio.

En ese sentido es claro que pueden tener un rol fundamental para descentralizar el acceso al consumo y también fomentar la producción de la cultura.

Para promover los centros culturales, una alternativa es fortalecer al “Programa Cultural en Barrios” (PCB) que coordina a los centros culturales barriales que dependen del Gobierno de la Ciudad (son más de 30). Sin embargo este programa cada año tiene menos presupuesto.

El PCB se inició en 1984, con la recuperación de la democracia, con el objetivo de democratizar el acceso a la cultura. Pero actualmente no es una prioridad del gobierno porteño. Un indicador de la impronta que hoy en día tiene es que en lugar de un coordinador o director, como habitualmente tenía, quien dirige el programa es un gerente.

Otra forma de apoyar el desarrollo de los centros culturales es protegiendo a los centros culturales no gubernamentales. Con este fin participamos en los debates para la elaboración de una ley que cree un marco habilitatorio adecuado para su funcionamiento.

En cuanto al segundo problema, la desigualdad en el consumo, proponemos promover políticas públicas que entiendan a la cultura como un derecho y que incentiven nuevos vínculos ciudadanos.

La desigualdad en el consumo cultural, vale aclarar, no es solo producto de la concentración de la oferta. También se relaciona con el precio, el acceso a la información y el desarrollo de hábitos culturales. Las políticas públicas deben tender a desarrollar hábitos culturales diversos.

En este sentido, estamos estudiando una política cultural que se está implementando en Brasil, denominada “Vale Cultura”, que promueve y facilita el acceso a la cultura y la participación mediante la utilización de una especie de tarjeta de debito para la cultura. Su implementación no es sencilla pero es una política interesante y que vale la pena analizar.

Con respecto al tercer problema, la primacía de la realización de festivales y megaeventos en detrimento de otras formas de relacionarse con la cultura, tanto para el consumo como para la producción, creemos que es importante promover políticas públicas que fomenten el desarrollo de la cultura autogestiva y otras formas de producción cultural.

En esta dirección se deben fortalecer los programas de formación de públicos. La ciudad tiene algunos pero son menores y muy focalizados.

Otro aspecto importante a tener en cuenta frente a esta problemática es la necesidad de pensar una ley de fomento a los centros culturales, así como también el diseño e implementación de programas similares a los que lleva adelante el gobierno nacional, como el MICA y el PAEC, que trabajan con emprendedores y gestores culturales acompañándolos en su formación.

García Canclini, Políticas Culturales en América Latina (1987)

Si estamos convencidos de la importancia de los derechos culturales y del papel que la democratización de los bienes simbólicos cumple en la democratización global de la sociedad, las demandas en este campo debieran ocupar un puesto central en las luchas políticas para lograr los cambios estructurales. Si no lo hacemos, de hecho estamos reincidiendo en el viejo prejuicio de que la cultura es una cuestión santuaria o secundaria, y colaboramos con quienes pretenden hacer del campo simbólico un simple mercado para la competencia entre empresas.

Antropóloga, psicóloga, docente, escritora.

Desde un punto de vista antropológico la hominización, ese proceso cuyo efecto es el homo sapiens que hasta hoy somos, es sinónimo de culturalización.

La cultura es nuestra condición. Su dinamismo hasta hoy depende de la trasmisión y la reciprocidad entre las generaciones. La cultura es intercambio solo posible a partir de las diferencias. Esa es su riqueza, que es la nuestra. Cada cultura crea su configuración, su sistema de valores, es decir, construye su Alteridad, su identidad.

La particularidad de cada cultura se manifiesta en la multiplicidad, en la diversidad. No obstante más allá de lo singular e incluso de cómo en cada momento histórico se la defina, una invariante la hace universal; se trata de la legalidad que la instituye, la funda y al establecer prohibiciones determinadas, abre posibilidades. Así es como en este nuestro orden simbólico sin restricción no hay libertad alguna.

Ahora bien, este sesgo cultural que nos define, que es nuestra creación, nuestra posibilidad, no tiene garantizada su permanencia.

La historia de la humanidad da cuenta de que podemos burlar las leyes culturales, podemos caer del mismo orden que generamos, intentar y lograr destruirlo y ahí, no sabemos qué somos. Así pueden desaparecer civilizaciones enteras, comunidades o grupos...

En la actualidad el capitalismo financiero y su sociedad de consumo globalizada pone en riesgo el orden cultural. Hay peligro de deculturación.

La particularidad del industrialismo fue considerar la cultura como producto. Pero la sociedad actual ya no es la de la era industrial del apogeo del capitalismo productivo.

Estos cambios desde hace unos 60 años generan crisis justamente en las instituciones, familia, escuela, hospital, fábrica e inevitablemente en la manera de sentir, pensar y actuar, es decir en la configuración cultural de una Modernidad que prometió Progreso y Libertad de la Razón, tuvo su eficacia y ha dejado de tenerla.

No está claro qué subjetividades producirá esta sociedad de consumo globalizado con la instalación de la realidad virtual en la vida cotidiana.

Se trata de sociedades de control, en las que curiosamente todos entramos y sin alarma...

Una vidriera sin sombra muestra, el control social en extremo, en la intimidad de las casas.

Ya no se trata de los cuerpos seriados, cuidados en salud al servicio de la producción industrial, insuperablemente expresado por Chaplin en Tiempos Modernos. Se trata de la pura imagen, los cuerpos desaparecen en esta “rara cultura” del espectáculo. En la virtualidad el otro humano desaparece, no hay cuerpos.

Sin sombra, toda luz, toda evidencia, todo presente, ni pasado ni futuro, sin trasmisión de herencias que son el mismísimo proceso cultural.

La paradoja de la extraordinaria revolución tecnológica en la llamada comunicación es la producción del aislamiento del hombre de las ciudades.

Por internet se puede tener la impresión de tener todo al alcance de la mano. Sin embargo es la base de una de las desigualdades más marcadas entre los que pueden participar por su educación y situación económica y los verdaderos excluidos.

Hasta hace unos 60 años no se había logrado con tanta eficacia vender la ilusión de estar más conectados que nunca, cuando se está más aislado que siempre. Por otra parte cabe preguntarse si los lazos sociales son conexiones.

La estrategia de la globalización, verdadero recolonización planetaria es que asistamos como espectadores pasivos al espectáculo. Así padres, educadores y adultos supuestamente responsables asistimos como tales a los efectos del consumo globalizado en nuestros niños y adolescentes. Las funciones de Autoridad que expresan la Alteridad de una cultura ya no la asumimos nosotros, la asumen las Empresas que los hacen dependientes por vía tecnológica y lo que es peor aislados.

El efecto posible es de consumidores, de adictos seriales.

Hace tiempo que sabemos, la historia lo demostró, que todos los dispositivos de vigilancia producto de los diversos poderes de turno se proponen controlar las conductas, los pensamientos y deseos de las personas. Siempre detrás de estos hay algún infatigable Gran Padre, en este caso se trata del dios Mercado.

La ideología del sistema capitalista actual es la ideología del consumo individual. La Gran Civilización Occidental propuesta como modelo a seguir, creyó tener respuesta para todo, y cae porque al eliminar las diferencias, anula el intercambio y entonces su miseria cultural es ya mortífera. Agregamos la TV, el desarrollo de los multimedia y la conexión a internet donde el usuario entra por donde quiere. Todo es aquí y ahora. A todo se llega sin que haya que partir.

La globalización propone para estar conectados, desconectarse del lugar propio. La propuesta es desterritorialización y desanclaje. Se eliminan distancias geográficas. No hay trayectos y se privilegia lo instantáneo. Se anula la dimensión intervalo, de tiempo de espera. Las categorías de tiempo y espacio son otras en la “cultura” del zapping.

Se impone pensar esto en la comunidad, en este caso, de la ciudad de Bs. As. Qué implica? suponer que no utilizaremos estos instrumentos? que son posibles de ser descartados?...No, más bien se trata de que pensemos para que sean instrumentos nuestros y no nosotros de ellos. Si cortamos y pegamos y bajamos de Internet sin pensar, sin preguntar, no estamos conectados en red estamos atrapados en la red.

Seamos protagonistas del trabajo cultural que no es espectar de imágenes. Desde el interior de los medios de difusión no nos diferenciamos de los medios. Hagamos otra cosa. El gran riesgo de deculturación, me parece, radica en que en lugar de protagonizar en la realidad para contribuir a su constante transformación en búsqueda de justicia social seamos observadores pasivos de pantallas, donde la realidad también deviene una pantalla que miramos sin intervenir y todo se naturaliza...

Que la gente duerma en las calles

Que haya niños en indefensión

Que haya tracción a sangre humana (cartoneros) entre multitud de autos nuevos

Que la basura tenga comensales

Que fuerzas conjuntas respalden a topadoras arrasando un barrio.

La seguridad, palabra que es urgente repensar y no repetir, es por lo menos relativa y solo podemos abordarla como seres culturales en relación social con los otros, ocupando espacios, no en el aislamiento. De lo contrario las formas de violencia son impredecibles.

Frente de Artistas y Trabajadores de la Cultura. Director artístico del Centro Cultural de la Cooperación. Poeta.

En el Frente de Artistas y Trabajadores de la Cultura, nos conformamos para coordinar el conjunto de las reivindicaciones artísticas y culturales del país. En las reivindicaciones originales estaba justamente la creación de un Ministerio Nacional de Cultura, que fue una reivindicación histórica en el campo cultural, y se logró que se realizara Por otra parte, cuando nosotros convocamos a pensar en la idea de crear un Ministerio Nacional de Cultura, consideramos también que era muy importante trabajar por una ley nacional federal de cultura que permitiera ser el marco de esta nueva institucionalidad que se genera con la creación de un ministerio, y también abordar, como Frente de Artistas y Trabajadores de la Cultura, las relaciones entre Estado, sociedad y cultura. El campo cultural en los últimos años se ha modificado, ha cambiado mucho. Muy brevemente podríamos decir: aquel viejo Estado benefactor que generó un artista, un profesional de la cultura demandante del Estado, luego de la dictadura, y el fenómeno neoliberal, este proceso que estamos viviendo de democracia pos neoliberal se ha pasado a gestar un artista, aun profesional de la cultura mucho más autogestivo, y se han formado muchísimos emprendimientos independientes. Hay que considerar este proceso que ahora vivimos de los centros culturales desde la crisis del 2001 en adelante, cuando se produce una gran transferencia de riqueza de los argentinos al exterior, una de las formas de reconocimiento de recapitalización de lo simbólico, de apropiación de lo simbólico, fue un fenómeno realmente muy pero muy importante en la Argentina. Hay hoy nuevas condiciones en la relación de Estado, sociedad y cultura, Tanto la producción tangible como intangible, en la cultura, aporta al producto bruto nacional el 3,80% aproximadamente, más que la pesca y que la minería; por otra parte en relación a la distribución de Bienes Culturales: en la historia de los argentinos pocas veces se ha dado una distribución de bienes culturales de tal magnitud tanto dentro de la sociedad como dentro del propio núcleo social de la cultura. Es notable, por ejemplo, los 54 millones de ejemplares de títulos que el Ministerio de Educación ha distribuido en el país desde el año 2004 en adelante. Además de lo que implica el desarrollo para la industria del libro, lo que implica el fenómeno de trabajo con la literatura en las escuelas, Por otra parte, lo que fue la ley de los servicios de comunicación audiovisual, la distribución de la palabra, la palabra es un bien cultural que puede generar nuevos contenidos, otro gran ejemplo de distribución de bienes culturales, y algunos ejemplos que se suscitan dentro del propio núcleo de la cultura, como ha sido la distribución de derechos de autor en los directorios de cine, por ejemplo, o en la sociedad de gestión de actores que logran beneficiarse con la reproducción del cine que realizaron alguna vez en televisión. Estas formas de redistribución y distribución han generado a su vez también un estado de puja redistributiva muy importante, Es estimulante lo que se distribuye, lo potencialmente posible de ser distribuido, Esto implica también la necesidad de una serie de leyes de la cultura que entran también a jugar en esta puja distributiva como la ley nacional de Danza, por ejemplo, la ley nacional del Libro o la ley nacional de Artesanos, para ver algunos ejemplos.. Con la nueva institucionalidad que genera un Ministerio de Cultura, se hace necesaria, una ley nacional de cultura, una ley marco, porque se genera un nuevo campo de acción , un nuevo presupuesto, para distribuir, se genera una nueva gestión, sobre los institutos ya existentes a nivel nacional, y sobre algunos institutos que se están por crear, y evidentemente se hace necesario repensar esas políticas de Estado y Yo además creo que es muy conveniente como ideología, como concepción para una política cultural que se precie de ser tal, no solamente atender los problemas de la excelencia institucional que son tan importantes y la de los presupuestos para la cultura, sino también entender la importancia que tiene el impacto de las poéticas en la sociedad, la autogestión artística que se genera en la propia sociedad y la distribución también del pensamiento crítico, La autogestión en la sociedad civil es también muy importante, ese desplazamiento de autogestión, de pequeños emprendimientos, de cooperativas, de pequeñas pymes que se han generado como estado gaseoso dentro de la sociedad, que no necesariamente están enfrentadas al Estado, pero no estuvieron tan asociadas al Estado como en otro momento en las políticas benefactoras que alguna vez existieron en nuestro país. Por lo tanto, ese nuevo campo de acción cultural es fundamental para resolver políticas culturales. En el caso de la ciudad de Buenos Aires, donde también el producto bruto regional es muy pero muy expresivo, existe, una distribución desigual de bienes culturales Pero lo que quiero decir también es que el Ministerio de Cultura de la Ciudad tiene una institucionalidad precaria. Las industrias culturales, que es una de las más importantes, no tienen gobierno de la cultura: no tiene gobierno el libro, no tiene gobierno el cine, no tiene gobierno el tango, Una vez dijo Macri, que el tango era la soja porteña, O sea, tomó un indicativo cultural asociándolo a un concepto de explotación económica, por eso el tango impacta sobre el turismo y la hotelería, pero no tiene el tango un gobierno de la cultura, asombrosamente, donde los protagonistas de la actividad del tango en la ciudad puedan recibir los beneficios de una condición de distribución, y yo creo que acá se presenta otra situación que es la ley de Mecenazgo La ley de Mecenazgo hay que denunciarla, está dentro del concepto de lo neoliberal, porque si fuera un Estado fuerte el de la cultura en la ciudad de Buenos Aires, el mecenazgo se podría considerar como un coadyuvante, pero el mecenazgo es ni más ni menos que la distribución de dineros públicos entre privados Es aquello que el Estado deja de recibir en los impuestos para las políticas públicas, para ser trasladado a entes privados, de manera muy selectiva y concentrada.

Y, por último, creo que hay que destacar, a propósito de los bienes culturales, el concepto de las comunas. El Gobierno tiene, en la ciudad, una política precaria, pero casi inexistente en el fenómeno de la descentralización y las comunas son las unidades político-culturales. Creo que la política debe ir a ese sitio para reconstituir el fenómeno político de toda la ciudad, Son las unidades político-culturales , las 15 comunas en la ciudad de Buenos Aires, deberían tener un presupuesto cultural, y alcanzar a reconstituir la política también, La política es un acontecimiento de descentralización en cualquier lugar que uno decide participar; pero yo creo que, en el caso de la ciudad de Buenos Aires, hay que ir al fenómeno de los barrios, hay que ir a encontrarse con las comunas y creo que en ese sentido los centros culturales son realmente uno de los ejes político-culturales fundamentales para el encuentro con la ciudadanía desde la cultura.

Café de los Patriotas. Integrante de Proyecto Comunidad.

El Café de los Patriotas es uno de los 35 espacios clausurados por el Gobierno de la Ciudad en los últimos 2 meses.

Cuando decidimos abrir el Café -Proyecto Comunidad es una organización que tiene más de 10 años trabajando en la Ciudad- pensamos en pararnos en el encuentro, en la intersección entre cultura y política. Teniendo en cuenta también nuestro pasado reciente, un 2001 donde la gente salió a la calle y ocupó el espacio público. Donde las esquinas, los cafés, las asambleas populares, la recuperación de los espacios abandonados, confluyeron en una amplia participación popular.

La idea del Café, en la esquina de Nicasio Oroño y Cucha Cucha es la de un lugar abierto a los vecinos, a la participación y a la discusión política sincera. Retomando también la tradición porteña de tomar un café y hablar de política.

Al mismo tiempo, se plantea como un espacio abierto a los productores y artistas del barrio, tomando en cuenta que faltaba un lugar en La Paternal donde un músico pudiera subir a un escenario sin tener que pagar por ello.

La clausura del 30 de junio recayó sobre un taller de tango organizado por los propios vecinos. Era la quinta vez que nos inspeccionaban con la intención manifiesta de buscar una excusa para clausurarnos. El espacio se encuentra habilitado como café, y hace más un año que estamos haciendo trámites engorrosos ante la Agencia Gubernamental de Control para conseguir la habilitación ampliada que permite entre otras cosas espectáculos musicales.

Ante la clausura efectiva, los vecinos decidieron soberanamente que el espacio siguiera abierto y desconocieron la clausura por injusta, contando con el asesoramiento del equipo legal de la organización. El movimiento que generó en el barrio y la solidaridad de otros espacios políticos y culturales de la comuna y la ciudad permitieron que el repudio a la clausura fuera difundido por muchos medios de comunicación. Ante esta situación, el Gobierno de la Ciudad levantó la clausura una semana después.

Esto nos dio la pauta de que estos espacios culturales también se están convirtiendo en espacios de resistencia. Hay que pensar que una buena parte de los porteños piensa la ciudad de otra forma y es real que tenemos todavía que poder interpelar a esos vecinos y lograr poner en discusión una visión del espacio público y de la ciudad distinta a la que impone el macrismo.

Las 35 clausuras fueron un ataque a derechos que están establecidos en la Constitución.

El Café también es una cooperativa de trabajo, una parte importante de sus integrantes son jóvenes de la zona sur. Es un espacio que crea puestos de trabajo de manera colectiva y autogestiva.

En ese sentido, en nuestro caso la clausura también atentó contra esas fuentes de trabajo.

Por otra parte, en la Ciudad, después de la experiencia de salir a la calle en 2001, se vive un retraimiento de la ciudadanía a lo privado, al mercado, a la inseguridad, a eso de que la calle es peligrosa, a que es mejor quedarse adentro.

Estos espacios abiertos, estas esquinas abiertas también invitan a que el vecino comparta, vuelva a tener un espacio donde sentirse seguro y formar parte de un colectivo.

Por eso los lugares como el Café son puntos de reencuentro, de participación, de comerse una picada y hablar con el de la mesa de al lado. Por eso se realizan Ateneos de discusión abierta cada 15 días, donde todos los vecinos pueden participar sin ningún tipo de limitaciones, preguntando, opinando y dando la discusión.

Por último, queremos decirles que estamos muy contentos con la presentación de la ley y los invitamos a todos a sumarse a la lucha para su sanción definitiva.

MECA (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos). Integrante de la Asociación de Abogados de la Cultura.

Ayer fue la presentación de una ley de Centros Culturales que está orientada a solucionar una grave problemática que tiene la ciudad de Buenos Aires en materia de gestión cultural, principalmente en relación a los espacios culturales independientes, autogestivos y populares que, en el último tiempo, vienen sufriendo una cantidad de clausuras alarmantes.

Es un poco simbólico estar aquí hablando porque esta ciudad es una paradoja, tiene un reconocimiento de los derechos culturales, diría, sin igual en casi toda Latinoamérica. No solo están reconocidos en el art 32 de la Constitución de la Ciudad de una manera amplia y fuerte, sino que en la ley 2176 está declarado como un derecho humano. Así que con mucho más sentido estamos acá hablando de estos temas.

Los centros culturales son una herramienta fundamental, no solo para la expresión y la construcción de la identidad colectiva sino también para la distribución de la cultura y el valor agregado que general los artistas, los productores, los trabajadores de la cultura.

Por eso estamos tan preocupados con las clausuras y la falta de una ley.

A nosotros como MECA nos viene preocupando desde hace varios años cuando nos desayunamos que las leyes de regulación no contemplaban los Centros Culturales.

Lo que es bastante paradójico justamente en un momento en el que la cultura está estallando en los barrios porque es una necesidad dar lugar a nuestros artistas, poner bachilleratos populares, talleres, cursos, lugares de encuentro. También es una forma de retomar el espacio público porque los centros culturales empiezan funcionando de puertas para adentro pero luego comienzan a generar espacios de encuentro, de conocimiento entre vecinos. Se dan formas de tomar el espacio público para armar festivales, charlas, debates, espacios de política y espacios de construcción.

Las clausuras las tenemos que tomar con mucho cuidado y mucha responsabilidad porque lo primero que tenemos que hacernos cargo es que somos la ciudad post-Cromañon. Esto es inenudible y la gestión cultural debe ser tomada desde un lugar de mucha responsabilidad.

Desde MECA y desde otros espacios entendemos que la gestión debe venir de la mano de hacernos cargo de la seguridad de nuestros artistas, de nuestros productores y de nuestro público. Tenemos que hacernos cargo que haya más propuestas culturales pero con la seguridad que ello implica.

Por eso la necesidad de una ley de Centros Culturales que facilite las herramientas, que contemple la cultura no como un comercio sino como un espacio de construcción de propuestas y espacios sociales colectivos que general espacios de identidad.

Con aciertos y errores, creo que con más aciertos, presentamos una ley que lo primero que hace es dar reconocimiento a estos espacios y distinguirlos, diferenciarlos. No es lo mismo un espacio pequeño, un espacio emergente que todavía no sabe si va a durar, 1, 5 0 10 años, no sabe cuál va a ser su composición porque lo que único que lo une es una vocación para lo que es el arte y la cultura. No es lo mismo que un espacio más grande que ya tiene una trayectoria, que tiene otro tipo de recursos, no solo económicos, sino también humanos.

Esta ley entonces dice que hay Casas de Cultura que son espacios más pequeños que necesitan otra protección, que necesitan funcionar en condiciones de seguridad pero se los exime de cuestiones brocráticas, trámites, pago de profesionales, timbrados, los tiempos de una habilitación.

Los Centros Culturales hasta 500 espectadores son el futuro, lo que se viene, por ahora predominan los de 150 espectadores.

Esta ley también se mete con lo que es la zonificación y rompe con limitaciones para permitir que los Centros puedan ir a los barrios sin ser clausurados.

Es una ley que responde a la necesidad de entender que se requiere de una ley flexible y que sea plausible de ser cumplida.

Se vienen luchas por el derecho de los trabajadores. Es un momento en el que la cultura de la ciudad se encuentra con una gestión bastante adversa. Tenemos una ciudad que busca la foto, que busca el pochoclo, un mundial de tango que no refleja el tango independiente, una ciudad que no apoya a las peñas que sostienen el folklore.

Nosotros tenemos que estar unidos, tenemos que movilizarnos, tenemos que mostrar una fuerza entre todos los que producimos cultura y apoyarnos en nuestras distintas visiones de la política cultural. Debatir, defendernos y enaltecer los derechos culturales de todos en esta ciudad.

Legislador Nuevo Encuentro. Integrante de la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña.

Al ingresar al Centro Cultural de la Cooperación puede leerse una frase de Floreal Gorini: “El camino hacia la utopía requiere muchas batallas pero sin duda la más importante es la batalla cultural”.

¿En que pensamos cuando hablamos de utopía? Seguramente en un país que garantice el goce pleno de los derechos humanos, incluyendo los económicos, sociales y culturales, donde todos tengan trabajo y techo digno acceso a la educación, terminar con las brechas abismales entre los pocos que tienen mucho y grandes sectores carenciados. Pensamos en un país de cara al mundo con un proyecto propio, independiente y soberano.

Y en el caso de Buenos Aires imaginamos una ciudad que esté en sintonía con el proyecto nacional, una ciudad que también garantice la inclusión plena, y como decíamos ayer en la Legislatura, cuando presentamos el Proyecto de Ley de Centros Culturales, que no haya diferencias entre el norte rico y el sur postergado.

La batalla cultural implica un esfuerzo constante no solo para difundir valores estéticos, para estimular la creación, para poner al alcance de todos y todas los valores universales de la cultura. Recordamos la frase de José Martí: “ser cultos para ser libres”, porque está estrechamente ligado al esfuerzo que estamos realizando.

Además de estimular valores estéticos hay que estimular el pensamiento crítico. A esto habría que dedicar un capítulo muy especial de la batalla cultural. Es una tarea de enorme importancia.

El gobierno de la CABA tiene un pensamiento muy ligado a los 90, Estado mínimo y mercado absoluto. Pero como sabemos, para ejercer los derechos es necesario que exista un Estado presente y activo, porque si no son letra muerta.

Un Estado activo y presente en todos los terrenos y en particular en la cultura, porque si no queda en manos del mercado. Y el mercado no estimula los valores éticos que forman parte de nuestra concepción de la vida, de la sociedad, de la construcción de un país para todos.

Esta tarea para que la actividad cultural se multiplique en forma autogestiva, solidaria, requiere de cooperativas, mutuales y asociaciones que lleguen a los segmentos más postergados de la sociedad.

Destaco especialmente que en la puesta en marcha de este Proyecto de Ley hemos logrado una articulación virtuosa entre los 17 diputados del interbloque kirchnerista de la Legislatura, MECA y otras expresiones de la sociedad civil. Es una práctica que debemos multiplicar.

La legislatura tiene que ser caja de resonancia de los derechos, de los reclamos, de las propuestas de la comunidad. Tienen que haber vasos comunicantes que nos nutran para que demos forma a proyectos de ley y los impulsemos.

Ahora tenemos una lucha al interior de la Legislatura en relación con este proyecto, y es importante que esta lucha sea acompañada por todas las expresiones que quieren que esta ley se sancione y se aplique.

Termino como empecé: la utopía no es un ideal imposible, lo imposible es querer aproximarse a la utopía sin lucha, sin organización, sin trabajo.

Como dice la compañera Presidenta, hay que empoderar a la ciudadanía. La participación activa en los centros culturales es una forma de empoderamiento, es una batalla que a lo mejor no va a dar frutos instantáneos, los cambios culturales llevan mucho tiempo pero la tarea persistente nos va a permitir modificar conductas, contribuir a que la ciudadanía porteña participe y vote proyectos transformadores en función del bien común.

Legislador Seamos Libres. Integrante de la Comisión de Cultura de la Legislatura.

Viendo el mapa de la ciudad uno podría alegarse por la cantidad de Centros Culturales pero no puede hacerlo porque no es una distribución igualitaria.

Uno ve la zona desalojada la semana anterior (Papa Francisco, Lugano) con ausencia de espacios culturales.

Es importante que esta ley sea el puntapié inicial entre la sociedad civil, los sectores organizados de la cultura y los legisladores para dar un debate en el recinto legislativo.

La ley tiene tres puntos importantes pero la atraviesa la cuestión ideológica.

Esta es una ley que en ya en el artículo 1o da un debate sobre que son los Centros Culturales y difícilmente el PRO los entienda de la misma manera.

En primer lugar es importante señalar que la ley plantea el desarrollo de una cultura popular descentralizada frente a la concepción del PRO de producción de grandes eventos, de una cultura destinada a ser parte del consumo pasivo y no a fomentar la producción cultural independiente. Esto se ve en su alianza cultural con Violeta que tampoco es una artista que represente la identidad porteña, es un producto del marketing.

También planteamos que nuestros Centros Culturales, los de MECA y otras expresiones tienen una existencia legítima en la ciudad, pero están en el borde de la ilegalidad porque no tienen un marco regulatorio que les permitan funciones y sufren las clausuras sistemáticas. No es poca cosa 35 en los últimos 2 meses.

Los Centros nuestros, de Seamos Libres, que también fueron clausurados son espacios multidisciplinarios, tienen radios, bachilleratos populares. Tienen una relación intensa no solo con la cultura sino con el tejido social donde estos centros florecen.

Es una concepción de la cultura volver a la territorialidad mas allá de las herramientas virtuales y el consumo globalizado que propone el capitalismo financiero.

La territorialidad es una concepción cultural y política de nuestros centros culturales. Proviene de una lógica que fue la crisis de representatividad de los partidos políticos, la crisis política del 2001. Esos lugares fueron focos de resistencia, ahora son espacios de cultura y política.

La cultura entendida así es un potente dinamizador y una potente herramienta de las transformaciones que proponen las organizaciones sociales.. y esto choca con la concepción del gobierno de la ciudad de reducir la producción de cultura al concepto de mercancía.

Se ve esto en el aumento exponencial de circuitos e industrias culturales que tienden a fomentar la cuestión turística. Están absolutamente ligados en el gobierno macrista la cultura y el turismo. Construir a Bs As en un polo exportador de bienes culturales y a los porteños en consumidores pasivos.

La legislatura se debe un debate de la forma en que se impulsado por ejemplo el distrito de las artes en La Boca. Ha ligado la cultura al negocio inmobiliario y ha generado la exclusión de los artistas locales.

Nos parece fundamental que ante la desigualdad del entramado cultura en la ciudad, las comunas tengan los recursos necesarios y puedan dar el debate sobre las políticas culturales. Para eso hay que tener la ley de comunas en funcionamiento, la Ley 1777 que el gobierno vacía año a año.

La ley propuesta de Centros Culturales tiene un potencial enorme, es profundamente ideológica y vamos a tener que ir al recinto a dar el debate. Para tener éxito será imprescindible la articulación entre la sociedad civil y las organizaciones de la cultura.

Director Nacional del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

La verdad es que yo también estoy de acuerdo con todo lo que se dijo. Entonces, se me ocurren algunas reflexiones generales, la más importante, y pido disculpas porque algunos me deben haber escuchado decir esto, tiene que ver con el 2001, que no casualmente ha sido citado, muchas veces, por el compañero del Bar de los Patriotas y también recién por Pablo Ferreyra, porque me parece que en realidad en la ciudad de Buenos Aires nosotros seguimos asistiendo a la lucha entre lo que alguna vez hemos llamado las dos almas del 2001. Pero lo cierto es que, si hay un lugar donde la discusión que se plantea tiene un sentido muy profundo en lo ideológico, es en la Capital Federal. Por qué?

Porque en la Capital Federal confronta un gobierno claramente de derecha, que a medida que tiene más poder y más consenso se hace más de derechas, es decir, se anima a hacer cosas , como la que ocurrió el otro día en Lugano donde siguieron adelante con la topadora, un espectáculo aterrador, sabiendo que la televisión los estaba filmando, lo cual significa que no les preocupaba que la televisión los filmara, sino que, al contrario, querían demostrar que en la defensa del derecho de propiedad y para someter a los sectores empobrecidos en cualquier atisbo de rebelión o de protesta son absolutamente inflexibles. Frente a ese gobierno de la extrema derecha, está en la ciudad el recuerdo de lo que fue el 2001, en su aspecto más positivo, es decir, la movilización de la gente reclamando formas nuevas de participación política, las asambleas, las fábricas recuperadas, las formas de autogestión de todo tipo, el cuestionamiento franco al neoliberalismo, que es el contenido principal del discurso del 2001 Pero el macrismo tiene también que ver con el 2001, porque el 2001 fue también esa rebelión contra el Estado, que para los comunicadores de derecha, que también convocaban a la gente a que saliera a la calle, era la rebelión contra lo público, era el cuestionamiento de la política, era la exaltación de un individualismo salvaje.

En la ciudad de Buenos Aires yo no sé si hemos logrado encarnar claramente y plenamente ese espíritu del 2001, de lo que podríamos llamar la izquierda del 2001, por darle un nombre, nunca se calificó así esto, pero me parece que está claro que lo que expresaban los compañeros cuando se referían a este movimiento de resistencia cultural, a este movimiento de autogestión, es lo mismo que se expresó en las calles en esos años, y eso tiene mucho que ver con lo que pasó después en el país. Una de las paradojas de la política es que el que supo interpretar en buena medida el espíritu cuestionador, iconoclasta, transformador, de lo que se expresaba en las calles y en las asambleas de 2001 fue un político tradicional, que venía de un partido muy tradicional, No se hizo cargo del poder una junta de asambleas de la Capital y del Gran Buenos Aires, fue Néstor Kirchner , elegido como candidato del partido Justicialista; pero, sin embargo, nosotros sabemos que la política de derechos humanos, que la política de corte con las relaciones carnales con los Estados Unidos, de afirmación de la unidad latinoamericana, todas las grandes transformaciones que se impulsaron en estos años, se inspiraban en ese espíritu libertario del 2001.

Entonces, creo que no está de más recordar esto, porque esta lucha, este cuestionamiento a estas medidas del macrismo, me parece que implica un profundo debate ideológico, y es muy importante que la legislatura de la Ciudad o, por lo menos, el bloque del Frente para la Victoria, en la Legislatura de la Ciudad, lo haya entendido así. Y también es muy importante que se haya elaborado esta ley con la participación de las organizaciones y de los directamente vinculados con cada uno de los centros culturales afectados. La mejor tradición de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires tiene que ver con esta asociación entre los legisladores y los sectores sociales. Así se aprobó la ley que llevó a la creación del Parque de la Memoria, así se sancionaron todas las leyes de vivienda, que hoy no se cumplen, pero que fueron muy importantes en su momento, así se sancionó las principales leyes en el área de salud, y podríamos seguir, y no es casual que sea así, porque, la legitimidad que tiene la tarea del legislador para quienes no tenemos simplemente una visión institucional de la política, se refuerza la legitimidad de esos instrumentos que se sancionan, y son más eficaces precisamente porque se hacen acompañados de los sectores organizados, por los sectores interesados.

Por otro lado, esta actividad de los centros culturales en los barrios, es una actividad naturalmente política, en algunos casos, a eso aludía de algún modo Pablo Ferreyra, hay centros que se han transformado en organizaciones políticas, hay organizaciones políticas que han impulsado centros culturales, y hay otros espacios que son solo centros culturales. Pero más allá de las diferencias, en la práctica de unos y otros, de hecho, se está librando una batalla contra un Gobierno que tiene una visión de la cultura absolutamente reaccionaria, en la que, como se dijo, cultura se asocia con mercancía, se asocia con turismo, con grandes eventos; pero de ninguna manera con ir generando la posibilidad que haya más gente que tenga acceso a la cultura, que haya más artistas, que haya más formadores de cultura. Y esto es curioso porque se da en una ciudad que tiene un movimiento cultural envidiado por todas las ciudades de América Latina y me atrevería a decir que por la mayoría de ciudades del mundo. Cualquiera que llega a la ciudad de Buenos Aires se maravilla de lo que advierte, lo que llama la oferta cultural, entendiendo lo que ve en los diarios, esa persona que se siente tan impresionada por la cantidad de teatros no sabe además que existen en los barrios muchísimos grupos, muchísimas instituciones que también están haciendo cultura. Estos últimos no existen para el Gobierno de la Ciudad, y la prueba está que, si son de la ciudad no se los financia y, si son autogestivos, tampoco se los ayuda, y en última instancia se los clausura.

Por otro lado, como acá también se decía, esto tiene muchísimo que ver con las comunas, porque yo creo que nosotros pensamos las comunas, no simplemente como instituciones administrativas de descentralización, sino como espacios donde se estimula la participación social y política de los ciudadanos, partiendo de la base de que las relaciones de proximidad permiten un acercamiento a la política progresivo, casi natural, que no siempre ocurre en relación con los grandes temas de la ciudad y del país; Pero este Gobierno, por un lado, ha querido entender estas instituciones comunales simplemente cómo órganos administrativos de descentralización, y para que no corra el riesgo de que se politicen, quitarle al mismo tiempo toda eficacia incluso desde el punto de vista administrativo. Entonces, cualquier desarrollo de instituciones autogestivas como estos centros culturales, entra necesariamente en contradicción con la política de comunas del Gobierno de Macri, que es como decir con la política de NO comunas del Gobierno del Macri.

La relación que existe entre un centro cultural y el barrio es uno de los temas fundamentales en torno a los cuales se estructura la actividad de ese centro, y la construcción de la identidad barrial tiene fundamentalmente que ver con esta actividad cultural. Entones, en última instancia, el movimiento que está planteándose aquí, que tuvo su expresión con el proyecto ley que ayer se presentó en la legislatura, este movimiento en defensa de la cultura en los barrios, de los centros culturales, en contra de esta concepción mercantil de la cultura es hoy uno de los debates políticos más importantes que se pueden plantear en la ciudad de Buenos Aires.

Con esa intención también nosotros lo incluimos en este ciclo por el Derecho a la Ciudad, porque entendíamos la implicancias que tiene esta discusión, porque valoramos muchísimo la tarea que cumple la gente que está trabajando en estos centros, a pesar de todas las dificultades que se les ponen, porque somos solidarios con ellos, y entonces me parece que esta convocatoria ha cumplido su objetivo, nosotros vamos a seguir trabajando, seguramente volveremos sobre este tema, pero en sucesivas reuniones, vamos a seguir con una agenda donde están incluidas las políticas de vivienda, el tema del espacio público, sobre el cual ya hablamos una vez, Vamos a tener que hablar de la seguridad en la ciudad de Buenos Aires y las políticas de seguridad democrática que le faltan al Gobierno de la ciudad de Buenos Aires; bueno, todo eso va a haber que discutirlo en sucesivos encuentros. Este me parece que ha logrado su objetivo y les damos muchas gracias a todos.