Como todas las muestras de artes visuales que se exhiben en el Centro Cultural desde 2008, las obras trabajan directamente sobre el terrorismo de Estado, la complicidad e indiferencia civil, los juicios a los genocidas y las crisis de los discursos y las ideologías emancipatorias, antesala del VII Seminario internacional Políticas de la memoria a realizarse entre el 7 y 9 de octubre de este año.
En esta línea, "1978. Documental sonoro", instalación emplazada en la Sala 1, Roberto Jacoby junto a Luciano Azzigotti y Nacho Marchiano abordan la sensación de tiempo suspendido. La obra indaga en una doble realidad. Por un lado el presente del predio de la ex ESMA, transformado en un espacio recuperado y destinado a la memoria y el arte; por otro, ese pasado represivo que coexiste de forma latente. El documental acústico de Jacoby trae al presente sonidos de la calle, relatos futboleros y bocinazos tomados en plena disputa del Mundial de futbol de 1978. Aquí el artista pone en crisis la idea de frontera temporal. También su experiencia y pertenencia generacional y en este aspecto señala: "estar en este evento para alguien de mi generación es algo inimaginable. La primera vez que vine terminé enfermo y cuando me invitaron a exponer sentí un desafío a sobreponerme a ese malestar, y acá estamos." Para Jacoby, "con '1978...' La intención fue hablar sobre el mundial 78 que tuvo una relación muy grande con este espacio. Los goles en la cancha de River se oían acá. Por testimonios de sobrevivientes y prisioneros se sabe que los captores los hacían escuchar la radio y a algunos los llevaron a la calle durante los festejos por la victoria argentina. No hay que agregar nada. Con el sonido solo y la sala vacía es suficiente".
Por su parte, "Hay una imagen de esa idea" reúne trabajos de Camila Ramirez (Chile), Magdalena Jitrik, Daniel Santoro, Aurelio García, Mauro Giaconi, Leonel Luna y Nicolás Arispe y los pone en diálogo con textos de Juan Forn, Yuyo Noé y Etienne de la Boetie, disponibles en una mesa ubicada en el centro de la exhibición. La obra, curada por Andrés Labaké y Emmanuel Muleiro, propone un ensayo heterogéneo compuesto por imágenes, videos, esculturas y objetos imposibles, paradojales, que invitan a reflexionar sobre las prácticas, las ideologías y los discursos políticos/emancipatorios (el marxismo y el peronismo, por ejemplo) y el consumo. Entonces, Mauro Giaconi construye una montaña de "piedras" -hogar posible que se desplaza por la sala lentamente confundiendo al visitante desprevenido "una fisura en la percepción"-; Aurelio Garcia dialoga sobre el peronismo con la inmensa obra, también presente, de Daniel Santoro: "mi abordaje no es historicista ni apologista ni revisionista. Es psicodélico en un punto. Tiene una cuestión más lisérgica, más del mantra, más de la repetición permanente del concepto de la figura. Son nuestras deidades, nuestras deidades más invocadas como cultura argentina, como pueblo"; y Camila Ramírez enfoca los conceptos de trabajo y juego desde una óptica original a través de una serie de objetos intervenidos y un video donde se pone en crisis la idea de productividad. "Cuando se resta la productividad, empieza algo más lúdico. También eso es hablar del arte. El artista está jugando, convirtiendo la realidad, generando nuevos discursos y reflexiones" señala la artista chilena.
Cada de uno de estos trabajos construye sentido tanto en el marco de la muestra como del espacio. En palabras de Magdalena Jitrik, autora de una pancarta con extractos del primer Marx y de un video que muestra las marchas con motivos del primer aniversario de la represión de diciembre de 2001 "Este lugar [el Conti] tiene una ventaja muy grande porque todo aquello que pongas aquí adentro se carga de un significado extra. No es un espacio neutro y eso es una oportunidad para las obras porque siempre están expuestas en un cubo blanco donde tienen que defenderse solas. Aunque trajeras una tela blanca, algo pasaría también. Un espacio de arte acá le hace bien a la sociedad porque repara, sana el daño pero también le hace bien a las obras".
Por último, "Cuaderno Argentino 2010", Lucio Girondo expone un cuaderno -desplegable con forma de acordeón- con dibujos, apuntes y collages realizados en 2010 en el marco de las au-diencias de la Causa ESMA, donde su padre Alberto Girondo debió declarar como sobreviviente. Estos trabajos apelan al humor, la ironía y el absurdo como formas de interpelar el horror y situarlo debajo de la alegría.
Durante la inauguración, Eduardo Jozami, director del Centro Cultural, celebró un nuevo paso adelante del arte y la cultura: "Cada uno que viene a exponer una obra aquí se suma a un proceso de cambio. Sin embargo, no podemos olvidarnos de lo que aquí sucedió, de las huellas. Y justa-mente sobre este marco de horror es que podemos construir un contexto de vida, arte, cultura, juventud y todo lo que vemos hoy aquí" indicó, señalando al público presente, que se agolpaba en la entrada de las salas. Luego llegó el momento de la presentación de las muestras a cargo del coordinador de Artes Visuales, Andrés Labaké quien, entre aplausos, invitó a pasar al frente a los artistas.