"Haroldo Conti hizo lo más importante que puede hacer un ser humano que es estar a la altura de su época. El mejor homenaje es hacer realidad sus sueños", destacó el director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Eduardo Jozami, en el acto en que se entregó el legajo reparado a la familia del escritor y docente detenido-desaparecido el 5 de mayo de 1976.
En el legajo de Conti, que fue docente de escuelas secundarias, figuraba el eufemismo "abandono de cargo". A partir de 2012, con la publicación del decreto presidencial 1199 se implementó una política de reparación documental de todos los legajos de aquellos empleados de la Administración Pública Nacional desaparecidos o asesinados entre 1955 y 1983 como consecuencia de la acción del terrorismo de Estado por el que se reemplaza aquel eufemismo por la leyenda "desaparición forzada". Esta tarea está a cargo de la Comisión de Trabajo por la Reconstrucción de Nuestra Identidad. Al respecto, Silvina Atencio, una de sus integrantes resaltó que su labor "tiene que ver con la sanación" y celebró que "Conti es el primer docente al que se le modifica el legajo".
La reparación de los legajos pone en relieve la complicidad civil de todos los estratos sociales en la última dictadura. En esta línea, el ministro de Educación, Alberto Sileoni, remarcó: "Hay sectores para los que la dictadura no existió. Hay una sociedad que debe seguir profundizando la discusión" y recordó al ministro de Educación y Cultura que más tiempo permaneció en su cargo durante la dictadura, Juan Rafael Llerena Amadeo, el responsable de firmar el legajo de Conti avalando "el abandono de cargo".
Sileoni recordó a los 600 docentes y a los 200 estudiantes secuestrados por la dictadura y a Isauro y Arturo Arancibia, docentes agremiados en CTERA, asesinados en las primeras horas del 24 de marzo de 1976 de 190 balazos. El ministro pidió también recor-dar las escenas que se sucedían al interior de las escuelas en las que el personal administrativo colocaba una raya roja en los legajos de los docentes que faltaban por varios días y nadie se preguntaba qué les había pasado.
El acto había comenzado unos minutos antes cuando Sileoni entregó copias de los legajos reparados al presidente del Archivo Nacional de la Memoria, Ramón Torres Molina, al director del Conti, y a Alejandra y Ernesto Conti, hijos del escritor homenajeado.
Alejandra, también docente, dijo que veía en la entrega del legajo reparado una "reivindicación para todos los maestros" y que era una demostración de que no pudieron hacerlos desaparecer. En tanto, Ernesto Conti, que no llegaba al año al momento de la desaparición de su padre, reconoció que la entrega del legajo rectificado "tiene una lectura simbólica y política que convergen en rescatar lo que realizó este gobierno en políticas de Memoria".
El locutor Tom Luppo, ex alumno de Conti, valoró que por primera vez el Ministerio de Educación estuviera entregando en 80 escuelas secundarias libros de poesía que incluyen textos de Alejandra Pizarnik, Juan Gelman, entre otros, y recordó que en su primera clase como profesor de Instrucción Cívica, Conti leyó el cuento "María la rubia", de Dalmiro Saenz. "A mí me ayudó mucho a entrar a la literatura nacional, que no es la hermanita pobre de la his-toria", sostuvo. Luppo leyó el cuento de Conti "Los caminos" y luego Juan Travnik, también ex alumno, lo recordó con algunas anéc-dotas.
Luego de la proyección del video que produjeron alumnos del Liceo 11, en el marco del programa "Jóvenes y Memoria", dos alumnos que integran el Centro de Estudiantes de la Escuela 3 leyeron el prólogo de Mascaró, el cazador americano y la carta de renuncia de Conti a la beca Guggenheim.
El secretario ejecutivo del Consejo Federal de Derechos Humanos de la Nación, Agustín Di Toffino, destacó la militancia de Conti y su compromiso con la causa revolucionaria. "Reparamos su ausencia con dolor, recuerdo pero también con esperanza", dijo Di Toffino. También se hizo presente Mauricio Barrientos, intendente de Cha-cabuco, pueblo natal del escritor.
Antes de darle pie al cierre musical a cargo de Román Giúdice ins-pirado en La Balada del Álamo Carolina (1975), Eduardo Jozami concluyó: "Qué maravilloso vivir en un país que se anima a hacer memoria. Cada vez más la sociedad comprende la importancia de este ejercicio y de seguir avanzando en el camino de Memoria, Verdad y Justicia".