La reflexión sobre la naturaleza moldeable del hombre en circunstancias extremas surge en Conrad a manera de aviso y no involucra únicamente "al desdichado Kurtz y su insaciable deseo de poder y riqueza, sino que alude también a los horrores de la colonización, en cualquiera de sus formas o épocas." La dramaturgia de esta versión acentúa la apelación a esta época y a estos métodos, ante un jurado de cuerpo presente: el público.
La versión personal de Alberto Wainer sobre El corazón de las tinieblas no pone término al horror histórico y por tanto tampoco nos dispensa de hacernos la pregunta moral que nos plantea Conrad. Lejos de acotar el horror en tiempo y espacio, lo desparrama como un hecho atemporal e intrínseco al ser humano.