Los Quijotes de la Cancha reivindica la memoria de las Quijotadas del barrio de Mataderos a lo largo de su historia. Calificamos de Quijotadas a esos desbordes colectivos que se arman detrás de una causa noble e imposible.

Elegimos la figura del Quijote cuando comenzamos a esbozar la obra porque se acercaba el año 2015 y el 400 Aniversario de la aparición de la Segunda parte de la Inmortal Novela de Cervantes. Y era la figura ideal para abordarla desde un grupo de Teatro Comunitario como Res O No Res, formado por vecinos que hacen teatro sin ser profesionales, como un modo de establecer vínculos que no estén modelados por intereses sino por compartir ideales donde la memoria y la solidaridad sean las razones para convivir y construir desde el arte popular.

Unos años antes, en 2006, estrenamos “Fuentevacuna”, sobre la huelga y toma del Frigorífico Lisandro de la Torre y el levantamiento del pueblo de Mataderos en defensa de la fuente de trabajo y resistiendo la venta y privatización del Frigorífico, que era identidad y valor económico del barrio. Por ser una Quijotada que tuvo su obra propia no la tomamos en esta ocasión, en la que abordamos tres acontecimientos que el barrio protagonizó, con ánimo de verdaderos Quijotes anónimos y colectivos.

En el primero de ellos, se refleja la maravillosa acción que llevaron a cabo los seguidores de Justo Suarez cuando se pretendía enterrarlo sin velorio en el Cementerio de la Chacarita. El pueblo rescató entonces el féretro y lo llevó hasta el Luna Park donde se le hicieron los honores dignos del campeón que era.

La segunda Quijotada recuerda cuando en diciembre de 1981 Chicago asciende a primera división y la gente en la cancha canta la marcha peronista que por entonces estaba prohibida. Una partida policial al mando de Belastiqui (quién se supone fue el mismo que asesinó, 20 años después, en diciembre del 2001, a tres chicos de Floresta en una estación de servicio) se lleva a toda una hinchada, al trote, desde la cancha hasta la comisaría 42. Pero el barrio, con su perfil solidario, los va metiendo para adentro de las casas.

La tercera Quijotada que presentamos es de la época de otra dictadura: la que derrocó al gobierno peronista en 1955. Ante los desmanes que los militares hacían con todos los símbolos del peronismo y frente a las prohibiciones que establecía el decreto 4161 (se prohibía hasta “nombrar” cualquier cosa que tuviera que ver con el gobierno derrocado) un grupo de personas del barrio entierra un busto de Eva Perón bajo el suelo de la cancha de Nueva Chicago, para ocultarlo y protegerlo… Y allí sigue todavía, solo unos pocos saben dónde está y no lo dicen ni lo dirán…