La creación de la patria se escribe en los cuerpos y en el territorio. En tanto construcción, necesita trazar sus límites para ser; fronteras que no sólo tienen que ver con lo territorial, sino con lo humano, con la civilización y la barbarie. Está quien labra la historia y quien la cuenta. ¡Y qué hermosas historias cuentan aquellos que nada hacen otra cosa más que contar! Cuentan hectáreas; cuentan cabezas de ganado; cuentan obreros y peones; cuentan las cuentas del rosario en misa y cuentan la historia.

Están los victimarios que se dicen víctimas; y están las víctimas que, sin resignarse, luchan, poniendo en juego lo único que tienen: sus cuerpos indóciles.

Indócil es, antes que nada, un manifiesto que busca interpelar sobre lo que somos y sobre las construcciones que han jugado fuerte (y sucio) en nuestra historia. Y es también una reivindicación de aquellos cuerpos rebeldes que organizan y sostienen las resistencias, incluso a costa de sus propias vidas.