Duelo sin cuerpos se enmarca dentro de lo que algunxs investigadorxs mencionan como prácticas de duelos irresueltos por la imposibilidad de recuperar el cuerpo, resultado de muertes violentas en entornos políticos totalitarios. Se instala como una forma de representar la ausencia frente a la ausencia del cuerpo, y donde enfatizamos su valor espacial y temporal.
Verónica Freier fue secuestrada junto con su compañero Sergio Kacs entre el 11 y 12 de junio de 1978. En aquella época, durante la última dictadura cívico-militar, la población argentina festejaba el tristemente famoso Mundial de Fútbol. Verónica y Sergio fueron vistos en lo que fue la Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA, hoy Espacio de la Memoria y de Derechos Humanos. Su “traslado” ocurrió a fines del mes de septiembre de ese mismo año.
Este homenaje se realiza teniendo en cuenta tanto el orden espacial, como el temporal. En el primer caso, nos referimos a la Ex ESMA, sitio real donde Verónica fue vista con vida por última vez. En el orden temporal, el día fue elegido especialmente dado que el 1° de octubre es el día de su cumpleaños. Además, es ese mismo día que quienes atestiguaron su presencia en ese centro clandestino identificaron que ya no estaba. Es muy probable que días antes ella y su compañero hubieran sido parte de los “traslados” en los vuelos. Es decir, el día de su muerte, de sus muertes. Esto también será parte integrante de este encuentro. También lo serán la idea de unión, de duelo y de finalización del luto.
Guión general: Maria Freier / Muestra La Memoria del Río de Muji Freier / Video: Luciana Freier / Lecturas: Pablo Cecchi / Musicalización: Ramón D´Elía Palabras de Martina Freier / Música: Agostina D´Elía y Viviana Brass
Toda la sociedad argentina fue dañada por el último terrorismo de Estado; daños irreparables, que aún persisten en el plano de lo social, de lo político y también de lo subjetivo. Es en este plano que observamos marcas tremendamente dolorosas, que no siempre pudieron resolverse en entornos político-sociales y colectivos. Cada quien fue viviendo con estas heridas a cuestas, incluso con secuelas muy graves en su salud. La devastación de la última dictadura alcanzó a más de una generación.
La desaparición de un familiar es algo tremendamente doloroso, no tenemos un lugar dentro de nosotros para albergar la idea de que ese ser querido haya sido vejado en las mazmorras de la tortura para luego ser arrojado vivo al río o al mar. Es complejo, nos faltan categorías para entender y para procesarlo sanamente. Fue así dentro de muchas familias. Un hecho violento, programado desde un Estado represor que transformó la vida, el lenguaje, las distintas maneras de expresión y de representación. Comenzando por el miedo y el silencio rechazando la visibilización pública; con rupturas significativas de los lazos personales e incluso con la negación política del hecho. Recordemos que “mirar para otro lado”, es un modo tradicional de la sociedad capitalista occidental, un modo de enfrentar lo incómodo, manteniéndonos a salvo como simples espectadores, a pesar de que la barbarie haya entrado en nuestros espacios más íntimos.
Sin embargo en algún momento, cuando esas secuelas se hacen insoportables; cuando nos preguntamos sobre nuestras actitudes y conductas perseverando en el pensamiento reflexivo y no podemos ya desviar la mirada; es cuando nos hacemos cargo de lo indecible, o de lo irrepresentable para comprender que silenciar lo ocurrido sigue lastimando aún más. Cuando esto sucede, cuando miramos de frente el horror y sus traumas, es efectivamente cuando sentimos el deber y el poder de decidir qué hacer con éste! Porque callar lo ocurrido es también otorgarles la razón a quienes perpetraron esa barbarie.
Verónica Freier fue secuestrada junto con su compañero Sergio Kacs entre el 11 y 12 de junio de 1978. En aquella época, durante la última dictadura cívico-militar, la población argentina festejaba el tristemente famoso Mundial de Fútbol. Verónica y Sergio fueron vistos en lo que fue la Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA, hoy Espacio de la Memoria y de Derechos Humanos. Por lo que se sabe su traslado ocurrió desde allí, a fines del mes de septiembre de ese año. Todos sabemos de qué hablamos cuando decimos traslados…
Han transcurrido cuarenta años, fueron muchas las experiencias realizadas en torno a su memoria en el plano personal, colectivo, político, artístico hasta llegar a la resolución judicial. Instancias variadas que podríamos ubicar dentro de lo que algunos investigadores señalan como prácticas relacionadas duelos irresueltos por la imposibilidad de recuperar el cuerpo y vinculado inevitablemente a muertes violentas en marcos políticos. Experiencias que al mismo conllevan la necesidad de reparar los traumas que esto conlleva y que operaron como ritual, “Haciendo del dolor individual una experiencia colectiva”. Intervenciones que autores como el antropólogo Víctor Turner definen como ‘communitas’: un lugar que propicia un reconocimiento en experiencias de dolor, una comunión de individuos sin jerarquizaciones reunidos en una situación de encuentro, para mitigar las asperezas sociales, el dolor y que promueven mutaciones personales o colectivas aunque sean efímeras.
En este marco proponemos “Duelo sin cuerpos” donde este año se suman otras generaciones de la familia con distintas intervenciones artísticas en memoria del 40 aniversario de la desaparición y traslado de Verónica, uno de los 30000 desaparecidos de la última dictadura.
El encuentro que proponemos se constituye también dentro de la dimensión artística y poética. “Las prácticas artísticas y estéticas vinculadas a la puesta en acción de la memoria me fueron llevando al terreno del luto… Es otra dimensión del ‘no lugar’ del cuerpo…” señala Ileana Diéguez, mentora en el diseño de diferentes propuestas vinculadas a la memoria de Verónica y que responden de algún modo a como representar la ausencia o como dar presencia a lo que no es orden de la presencia. La problemática del arte y del duelo, resalta Diéguez, pasa por la problemática de la ausencia del cuerpo y por los modos de dar cuenta de esa ausencia. Sustituciones simbólicas, evocaciones alegóricas, trabajos realizados desde una situación de ruinas, de traumas… Tal vez en estas experiencias se juegue una posibilidad de duelo . Siguiendo a la autora son performatividades y narrativas en torno al duelo público.
En esta línea es que proponemos el encuentro para el sábado 6 de octubre en el Espacio Memoria sin dejar de resaltar tanto el orden espacial y temporal. En el primer caso nos referimos a la Ex ESMA, sitio real donde Verónica fue vista con vida por última vez. En el orden temporal, día fue elegido especialmente dado que el 1° de octubre es el día de su cumpleaños y por otro lado es ese mismo día, quienes atestiguaron su presencia en ese centro clandestino, que refirieron que ya no estaba, siendo casi probable que días antes ella y su compañero hubieran sido parte de los traslados en los vuelos, o sea el día de su muerte, de sus muertes. Esto también será parte integrante de este encuentro. Como también la idea de unión, de duelo y de finalización del luto.
MUESTRA
La memoria del rÃo
de Muji Freier
Hasta el 4 de noviembre