Sobre una alfombra persa, una mujer se dispone a mostrar una singular experiencia de un cuerpo por momentos triste, por otros, sensual, cómico o siniestro. El público rodea la alfombra y es invitado a ver aquello que ofrece la cercanía.
Hace un año que empezó a bailar. Puede que sea más. Me resulta difícil medir el tiempo con precisión. La cuestión es que un día llegué, llegamos y estaba ahí, tirada, con la boca a la misma altura que el ano. Lo que va adentro, estaba afuera y lo de afuera, allá… más allá. Incomodaba, pero no era exactamente un desastre. Nos sentamos cerca y estuvimos un rato tentándonos de risa. Cuando pudo, se levantó y ahí sí: sedujo y compartió, sobornó y se dejó ayudar y todo, todo lo que un cuerpo hace.
Quería decir esto, porque incluso después de hablar y hablar, era evidente que nos seguían pasando cosas.
Esta obra recibió un subsidio del Instituto para el Fomento de la Actividad de la Danza no Oficial del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires