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Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

La locura y la norma
CICLO

La locura y la norma

Cine y salud mental

Del 3 al 17 de septiembre

Los problemas de salud mental nos atraviesan a todxs de distintas maneras a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, cada quien los transita de un modo distinto de acuerdo a las herramientas que tenga, a la comunidad en la que viva y a cómo se interpela en esa comunidad un estigma de alcance universal: el que identifica a la locura con la peligrosidad y la necesidad del encierro.

Cuatro películas (dos documentales de Argentina, uno de España y una ficción de cine independiente estadounidense) y un conversatorio nos ofrecen una oportunidad de asomarnos de un modo distinto a esta realidad que casi siempre se prefiere no mirar, pero está ahí: existe.

Este año vence el plazo de diez años que se fijó en la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 (2010) para la sustitución definitiva de los manicomios y dar lugar a tratamientos donde se refuercen los lazos sociales y la inclusión en la comunidad. Creemos que es una buena ocasión para este recorrido juntxs, de miradas particulares y complementarias, para entender el maltrato al que son sometidas las personas con padecimientos mentales; para pensar y conocer alternativas posibles para alojar ese sufrimiento en lugar de encerrarlo.

En este marco, el jueves 10 de septiembre a las 18 hs realizaremos el Conversatorio «La locura y la norma - Salud mental y narrativas audiovisuales» donde participarán especialistas en la temática junto a realizadorxs y productorxs de las películas. Presentan: Horacio Pietragalla, Secretario de Derechos Humanos de la Nación y Lola Berthet, Directora del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

El Ciclo es organizado junto a la Dirección Nacional de Protección de Derechos de Grupos en situación de vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Conversatorio

PROGRAMACIÓN

Las películas estarán disponibles del 3 al 17 de septiembre inclusive.

El vecino del PH

El vecino del PH

Del barrio al manicomio

Dirección: Fernando Figueiro

Argentina 2019, 63’

El brote psicótico de un vecino de la ciudad de Buenos Aires, difundido por los medios de comunicación, muestra la crisis de la salud mental en la Argentina: una crisis que deriva en el encierro y el manicomio. La película, construida a partir de esas escenas públicas, de la narración de quienes vivían en ese mismo edificio y de entrevistas con diferentes profesionales, deja de manifiesto que otro abordaje de la salud mental es posible.

Dirección y Producción: Fernando Figueiro / Guión: Fabián Cristóbal y Fernando Figueiro / Producción: Fabián Cristóbal, Melina Chain, Alberto Romero / Fotografía: Martín Turnes (ADF) / Camarógrafos: Martín Turnes, Danilo Galgano, Bruno Carbonetto / Arte: María Tomé y Renata Gelosi / Sonido: Pablo Córdoba (ASA) / Sonido directo: Tomas Portías (ASA), Diego Martínez (ASA), Iván Pablo Primosich (ASA) / Compaginador: Jose Goyeneche, Fernando Figueiro / Corrección de color: Sonia Stigliano / Post-Producción: Carla Piccolini / Música original: Adriana de los Santos / Diseño gráfico: Gabriel Figueiro / Traductor: Julio Nakamurata Diego Figueiro

El Vecino del PH

Recursero para invertir el camino “del barrio al manicomio”

Por Beto Muñoz

Psicólogo-Presidente de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA)

Si tuviese que utilizar materiales para armar un “recursero” a efecto de utilizar en la formación de recursos humanos en Salud Mental, la película de Fernando Figueiro ocuparía un lugar destacado por su calidad en términos de obra fílmica pero, y centralmente, por la riqueza para la formación, ya que nos muestra el entrelazamiento entre Derechos Humanos, Salud Mental y vida cotidiana.

La película nos mete, a partir de la situación de un usuario de salud mental en el camino que ha tenido el campo de la Salud Mental como espacio interdisciplinario de abordaje del padecimiento psíquico desde su nacimiento (80 años después de los primeros manicomios en Argentina), y cómo desde el mismo momento se imbrica con los derechos humanos. Observamos claramente la tensión entre distintos actores del campo. En muchos casos, por ejemplo cuando se aborda la Ley Nacional de Salud Mental 26657, aparece esa tensión más allá de lo teórico técnico y se desplaza a lo político ideológico, con cierto nivel de cinismo.

Nuestra ley: porque en medida que más y más ciudadanes nos enteremos y apropiemos de ella, más exigiremos su cumplimiento, lo que significará que yo, usted y aquel que no quiere la ley, cuando requiera de atención en salud mental, la tendrá con la garantía del respeto ético por sus derechos más elementales. En fin, estaremos más cuidados.

Y ahora vuelvo al protagonista, al no nombrado, al no visto, a su derrotero en los abandonos. Sobre él gira el hecho cotidiano. Un sujeto que tuvo una internación previa y una externación en donde el Estado (nosotres también somos parte de él) lo volvimos a abandonar. Sin acompañamiento en la externación, en su vuelta al barrio, en su retorno (andá a saber después de hace cuánto tiempo, dados los datos que arrojan los censos), lo único que sostenemos es el discurso de que la ley no es aplicable. Construimos la profecía autocumplida. El protagonista invisible de pronto habla, grita, insulta, se mueve, sale al pasillo. Y con él, se refuerza el miedo a la locura. Con razón, porque nos genera miedo lo desconocido, y porque no conocemos de salud mental. Llevamos casi tres siglos condenando a los padecientes al hospicio, al ocultamiento. Por eso es importante esta película como recurso. Para que veamos lo que tenemos que hacer en la comunidad, para que aloje y no expulse. Si conociéramos, si nos acercaramos. Cuando hablamos de interdisciplina e intersectorialidad, hablamos también de incorporar a la comunidad al tratamiento. Sin lazo social no tenemos anclaje, no tenemos factores protectores, tenemos recetado ya el retorno a la internación.

Cumplimos pronto 10 años de nuestra Ley, Ley que vino precedida de experiencias exitosas, de acuerdos mundiales, de prácticas internacionales. De elaboraciones teóricas y de acciones con enfoque de derecho. Hacia las políticas debemos orientar nuestros pedidos, pedidos que hacen a la inclusión social, al desarrollo de espacios comunitarios informales con enfoque en SM, a los espacios de ayuda mutua entre usuarios y familiares, a la formación de agentes no formales del sistema de salud, al incremento y redistribución de los presupuestos de salud.

Mientras escribo estas líneas, también celebro que la decisión política de una Provincia, en este caso Buenos Aires, ha logrado en medio de la condición excepcional de la pandemia, viviendas asistidas para externación de sujetos internados previamente en el Hospital Cabred.

Celebro que mis hermanos tengan más autonomía, gocen de más humanidad, convencido que ya vendrá la segunda parte de la peli, en donde nuestro protagonista o algún otro (y sólo si él quiere) podrá ser nombrado, y no aparecerá más pixelado, sino con orgullo de verse reflejado en la alegría de quienes documentan. Y esa película hablará del manicomio al barrio. Porque se puede y se debe.

El vecino del PH - Afiche
Zauria(k)

Zauria(k) Herida(s)

Locura. Cuerpo. Feminismos

Dirección: Maier Irigoien Ulaiar, Isabel Sáez Pérez y Iker Oiz Elgorriaga

España 2019, 93’

Vulnerabilidad, cuidados, comunidad, márgenes, género… ¿cómo entendemos la locura? Este documental visibiliza la intersección entre salud mental, sufrimiento psico-social y vivencias de género mediante la narración de experiencias reales, a la vez que busca interpelar el imaginario en torno a los malestares psico-emocionales, los diagnósticos y la salud mental.

Dirección: Maier Irigoien Ulaiar, Isabel Sáez Pérez, Iker Oiz Elgorriaga / Guión y Producción: Maier Irigoien Ulaiar / Edición, Camaras y Fotografia: Isabel Sáez Pérez, Iker Oiz Elgorriaga / Ilustración: Aizpea Lasa / Traducción: Itsaso Agirre / Musica: Haizea Huegun / Postproducción de sonido: Leire Kortaxarena

Locura cuerpos feminismos

No se puede vivir como si la belleza no existiera

Por Laura Sobredo

Medica Psiquiatra-Psicoanalista. Directora del Centro Ulloa

Zauria(k) es una película muy bella. Un documental interseccional, con testimonios de mujeres e identidades queer que hablan de la locura, de la opresión y del feminismo. Podría proponerles que vean un documental y alcanzaría tan poco a describir la experiencia de acercarse a Zauria(k).

Podría también invitarlos a escuchar sus voces, sus acentos, hablar, como ellas mismas dicen, de uno de los grandes temas: el amor, la locura, la muerte. Esta vez será la locura. Y también el amor. Y también algunas formas de la muerte.

Las nueve personas que aparecen en cámara se nombran (algunas más explícitamente que otras) como diagnosticadas. Relatan trayectorias, luchas, dolores y alguna escena que las mueve a la risa. Dan cuenta de sus vidas, de sus padecimientos y de su hacer con eso.

Nombran sus cuerpos como el lugar donde se sufre y también, el lugar donde está la respuesta. Sus cuerpos fuera de la hegemonía, habitando los márgenes, mostrando a otras y otros lo costoso de no encajar “Mujeres que hoy tiene 90 años, me han contado como eran ingresadas (internadas) por ser mujeres rebeldes que se salían de la norma… aún queda un regusto de eso,” dicen.

Sostienen en sus propios recorridos que lo personal es político y encuentran en la auto aceptación y también en sus activismos como feministas o como parte del colectivo de las diagnosticadas la posibilidad de sanar: “Encontrar en mi locura elementos para comprenderla (…) entender que mi dolor era fruto de elementos estructurales de la sociedad”.

Recorrer cómo el haber sido socializadas como mujeres (o el necesitar serlo) determinó su sufrimiento: los estereotipos siempre violentos, la necesidad de encajar en un modelo único para sobrevivir, el linaje de las mujeres locas de la familia. Y “construir el camino propio aunque haya mucho sufrimiento”.

Se nombran vulnerables, ceñidas por estereotipos de género y más. Humanas. Y desde allí, desde esa potencia, necesitadas de cuidados, de lazos, de comunidad. Necesitadas de un colchón para caer. De las amigas para que desaparezca todo lo malo. De un entorno coherente con lo que se siente, lo que se piensa y lo que se quiere hacer: “Todos somos débiles, todos nos necesitamos. Actuar como colectivo (…) El feminismo me dio alas.”

La música y las imágenes son parte del relato: calles citadinas, mares, campos verdes y otros nevados. Dibujos. Ventanas. Mesas compartidas. Una radio. Una guitarra. Una whipala. Alejandra Pizarnik. Violeta Parra. Virginia Woolf.

Acercarse a esas mujeres y a esas heridas con las que dicen siguen viviendo, heridas con las que dicen aprender desde Zauria(k) invita a ver, leer y escuchar poesía. Poesía, la forma de decir que transmite entre las palabras, en la música de las palabras (aquí también de las imágenes) nada más y nada menos que algo del orden de la belleza.

Decía y enseñaba Ricardo Piglia que es en la poesía donde está mejor dicho todo. No se puede vivir como si la belleza no existiera.

“Todo eso hicisteis, pero en el pecho aún queda, una luz que viaja más allá del dolor y la pavura, cuando tengo los poemas en mis manos, cuando beso a quien amo, cuando observo la lluvia por las calles y el cielo es hermosamente oscuro”.

Zauria(k) - Afiche
Imagen film

Fourteen Catorce

Dirección: Dan Sallitt

Estados Unidos 2019, 94’

Mara y Jo, en sus veintes, han sido grandes amigas desde la secundaria. En el transcurso de una década, a Jo le cuesta cada vez más encontrar su lugar en el mundo y ni la amistad, pero tampoco un tratamiento, logran sostenerla . Mara a veces intenta ayudar, otras retrocede, pero nunca se apaga entre ellas esa poderosa conexión juvenil. Una película sobre la amistad, sobre la pérdida y los lazos posibles ambientada en Brooklyn, vecina de una megaciudad como Nueva York.

Director: Dan Sallitt / Productora: Caitlin Mae Burke / Co-Productor: Graham Swon / Direccion de Fotografia: Chris Messina / Sonido: Sean Dunn, Lian Luan / Arte: Josefina Laban / Actrices: Tallie Medel y Norma Kuhling

Políticas de la amistad

Una lectura de Fourteen, de Dan Sallitt

Por Alexandra Kohan, psicoanalista

¿Cómo se verá nuestro miedo?

Estoy triste

ya no salimos a mirar el sol

ya no deseamos con la misma intensidad el futuro.

Malena Saito

Fourteen, de Dan Sallitt (2019), es el despliegue en el tiempo de una amistad. Pero no es sólo un despliegue lineal, progresivo, sucesivo. Es un despliegue de discontinuidades, detenciones, repeticiones, impedimentos, como el tiempo mismo. Es un despliegue que incluye marcas, agujeros, heridas, deudas y que no deja afuera el ejercicio de un poder. Porque las amistades no están exentas del ejercicio del poder. Jo y Mara son amigas desde la infancia y la película transcurre a lo largo de muchos años. No sería exacto, sin embargo, preguntar qué le hace el paso del tiempo a la amistad. Porque no se trata de eso. Porque el tiempo de esa amistad está detenido, coagulado, impedido y parece siempre el mismo. Parece no transcurrir entre ellas. Las situaciones se repiten exactamente idénticas porque ellas son idénticas: cada una a sí misma, y son idénticas a lo que cada una de ellas espera de la otra. Es una amistad que funciona a la perfección, las piezas están aceitadas y cada engranaje reacciona cuando corresponde. Mara brinda apoyo escolar y es, en palabras de Jo, “genial con los niños”. Mara infantiliza bastante a Jo, también. Es una amistad que se sostiene en la medida en que cada una esté en su lugar, en ese lugar requerido por la otra. Jo no puede nada, Mara puede todo; puede todo lo que Jo no puede, pero entonces tampoco puede nada en su vida, más que salir al auxilio de Jo. Para ninguna de las dos se hace posible algo, ese algo que se sale de la lógica del todo o nada. Porque en ese absoluto del todo o nada, en esas posiciones complementarias, entre esas posiciones que se requieren mutuamente, no pasa nada. Jo es siempre la misma, Mara es siempre la misma. Nada las afecta, nada las toca, nada les hace mella, nada las transforma, el tiempo pasa pero no las marca. Eso mismo es lo que leemos en una remera de Jo: “Time becomes meaningless” (El tiempo se vuelve sin sentido).

Hay varias escenas que cifran, a modo de puesta en abismo, los lugares que Jo y Mara mantienen en una especie de dispositivo que hace posible esa amistad. En una de ellas, Mara asiste a Jo una vez más -es una especie de acompañante terapéutica, de tutora- y luego salen a caminar. En el momento en que Mara empieza a hablar de ella, Jo desaparece a comprarse un postre y la deja hablando sola. Nunca hay lugar para Mara en esa relación, pero no lo hay en tanto Mara siempre responde apuntalando a Jo. La apuntala, la asiste, incluso aunque no haya sido un pedido de Jo. Tampoco, entonces, hay lugar para Jo. El asistencialismo, el paternalismo, la ayuda forjada de este modo, no hace sino anular cualquier emergencia de otredad, de singularidad. Todo está ensimismado, las dos hacen una y siempre la misma pareja: el soporte y lo soportado, la potencia y la impotencia, la asistente y la asistida. Poco importa qué le pasa a una y qué le pasa a la otra. Porque nadie pregunta nunca. No sólo los médicos psiquiatras que Jo “se masticó y escupió” a lo largo de su vida, tampoco los padres de Jo ni los de Mara, pero mucho menos aún Mara. Mara asiste pero no pregunta, Mara asiste para no preguntar. Mara sólo está pagando una deuda de infancia. Mara no puede hacer otra cosa con Jo, pero tampoco con esa niña que fue. Nadie quiere saber de qué se trata el padecimiento de nadie. Hay un descanso confortable en el asistencialismo, en el socorrismo, en la acción siempre salvadora de Mara. Y hay un descanso confortable en la posición de nunca poder nada de Jo. Ambas se sostienen ahí, en esa reciprocidad, en ese hacer posible una a la otra; y de ese modo ninguna se entera de nada. Hay una escena que cobra el valor de acontecimiento, que rompe con la homeostasis armónica y a partir de ahí Mara puede empezar a hacer su vida, puede dejar, por fin, de ser esa niña que contrajo la deuda. Es una escena en la que Mara le dice a Jo, por primera vez, que ella no se entera de nada. Me gusta pensar que en esa escena es Mara la que empieza a saber algo.

Hay muchas razones por las que una amistad puede terminarse. En Fourteen se trata de un fin que se precipita cuando Mara, de manera contingente, se encuentra con otra de sí misma, cuando se produce el hallazgo de que se puede dejar de soportar, de ser el soporte de la imposibilidad del otro. Que se puede empezar a ser otro de sí. El recorrido de la película va introduciendo extrañeza en la mismidad de la que está hecha esa amistad. Casi como en lo que Nietzsche dice en Amistad de estrellas:

“Eramos amigos, y nos hemos vuelto extraños. Pero está bien que así sea, y no queremos callar ni escondernos cual si tuviéramos de qué avergonzarnos. Somos dos navíos, cada uno de los cuales tiene ruta y rumbo diferente; podemos tal vez cruzarnos y celebrar juntos una fiesta como ya lo hicimos. Estaban los navíos tan tranquilos en el mismo puerto, bañados por el mismo sol, que cualquiera creería que habían llegado a su destino y que tenían un destino común. Mas luego la fuerza omnipotente de nuestra misión nos separó, empujándonos por mares distintos, bajo otros rayos de sol, y acaso no volveremos a encontrarnos o quizás sí; pero no nos conoceremos, porque nos habrán transformado otros mares y otros soles”. De la mismidad a la otredad, de la repetición agobiante al hallazgo de otra cosa posible, en ese espacio que se abre aparece Mara como otra de sí.

La belleza del film acaso esté en el modo sutil y amoroso, casi como un susurro, en el que nos saca del adormecimiento en el que muchas veces nos encontramos, ese que nos deja tranquilos en el mismo puerto y en el mismo sol; tranquilos porque hicimos el bien; tranquilos porque sacamos al pez del agua creyendo que se estaba ahogando. Pero lo otro de esa tranquilidad no es la intranquilidad, sino la posiblidad de atravesar una vida en la que el tiempo pase y junto con él, nos haga pasar a otra cosa.

Alexandra Kohan

Psicoanalista

Afiche
Los fuegos internos

Los fuegos internos

Dirección: Ana Santilli Lago, Ayelén Martínez, Laura Lugano y Malena Battista

Argentina 2019. 70’


Tres hombres que estuvieron internados en un psiquiátrico deciden hacer una película narrando los motivos más profundos de sus crisis, su vida en el manicomio y cómo los lazos de amistad y su relación con el arte los acompañaron durante su proceso de externación.

Dirección: Ana Santilli Lago, Ayelén Martínez, Laura Lugano, Malena Battista / Guión: Daniel Degol, Miguel Godoy, Jorge Deodato, Miguel Ibarruela, Juan Carlos Salto, Ayelén Martínez, Ana Santilli Lago, Malena Battista, Laura Lugano, Ayelén Correa Garabello, Laura Lago / Música: Miguel Kancepolsky Teichmann / Fotografía: Ana Santilli Lago, Malena Battista, Ayelén Martínez, Laura Lugano, Silvina Díaz Challiol / Productora: El Cisne del Arte, INCAA

Alcanzar la libertad del loquero

Una lectura de Los fuegos internos

Por Alan Robinson

Escritor, docente online y activista por la diversidad mental.

Fui a ver el estreno de “Los fuegos internos” en el año 2019 al cine Gaumont en Buenos Aires, porque quería saber más sobre la obra del poeta Daniel Degol, uno de los tres protagonistas de la película. Había compartido con Daniel distintos eventos literarios en la ciudad de La Plata donde intercambiamos nuestros libros. Daniel escribía poesía y falleció joven antes de alcanzar a ver su propia historia en la pantalla grande. Sabía, luego de ver el trailer en internet que la película iba a dar cuenta sobre la vida adentro y afuera del loquero. Suponía que me iba a cuestionar sobre mi propia experiencia como sobreviviente. Me acompañó un amigo al cine. Eran muchas emociones para enfrentar en soledad.

La belleza de la literatura de Daniel Degol puede apreciarse en la película. Mientras vemos imágenes del loquero al caer la noche, escuchamos la voz en off de Daniel recitar uno de sus poemas: “Yo puedo describirte la guerra, la contención son los tanques; las pastillas, las balas”. La película comienza con mucha potencia y belleza. Algunas experiencias, como la de una internación compulsiva, son inenarrables y solo pueden expresarse mediante metáforas, como lo hace Degol en esta película.

“Los fuegos internos” es a simple vista una película documental sobre Daniel, Jorge y Germán, tres amigos que se recuperaron de sus problemas de salud mental, gracias a la poesía, la danza y el amor. La resiliencia, está allí. Pero, ya sabemos que en este mundo gobernado por pantallas audio-visuales nada es lo que parece.

La película nace como iniciativa de “El Cisne del arte”, un taller arte-terapéutico, pero rápidamente trasciende los límites, cuidados y condiciones propias del arte-terapia y se transforma en un proyecto audiovisual que desde el año 2019 comenzó su recorrido por los más diversos espacios. El guión es una creación colectiva de quienes fueron en su momento pacientes de este taller arte-terapéutico. La fotografía de la película logra transmitir sin golpes bajos la devastación que provoca el “loquero” en distintas personas.

Se destacan particularmente por su belleza poética las escenas en las que Miguel Godoy baila en el loquero y luego en una sala teatral. Se escucha la voz en off de Miguel Godoy leyendo un texto, mientras vemos un primer plano de su rostro tan imperturbable como digno. Él, como su amigo Daniel, también escribe. “Me sentía preso, privado de mi libertad. Y ya consciente de que mi enfermedad había quedado atrás. Mi recuperación fue una batalla personal. Seguí las reglas para poder salir del hospital. El hospital me hizo perder mi personalidad. Todavía trato de rencontrarme con lo que fui antes.” Godoy revela en ese momento su propia estrategia durante la internación compulsiva para alcanzar la libertad del loquero: obedecer las reglas, aquello que la sociedad anti-psicótica espera.

En rigor cinematográfico, la película es una docu-ficción sobre tres historias de vida, porque muchas escenas se presentan como recreaciones de injusticias que los propios protagonistas padecieron en el loquero Melchor Romero, de la ciudad Argentina de La Plata. Las clínicas de salud mental privadas, los hospitales públicos especializados en salud mental, las colonias psiquiátricas o los hospitales psiquiátricos son en definitiva “loqueros”, lugares que desde el año 2010 en Argentina están prohibidos según la legislación vigente, pero siguen operando.

La película no es única en su género. Puede considerarse al documental “The devil and Daniel Johnston” como un antecedente de “Los fuegos internos”. Ambos documentales, muestran historias de vida en las que los protagonistas fueron devastados por el sistema de salud mental de su país que se suponía estaba allí para ayudar, acompañar y apoyar. Pero hace todo lo contrario: aislar, abusar y patologizar.

Quizás “Los fuegos internos” se proyecte en muchos más espacios de exhibición y colabore con la transformación de una sociedad anti-psicótica, en la cual las personas que han logrado externarse puedan ser reconocidas no solo como sujetos de derechos, sino también como expertas por experiencia en salud mental. ¡Es una muy buena película!

Los fuegos internos - Afiche

Conversatorio

La locura y la norma

Salud mental y narrativas audiovisuales

Jueves 10 de septiembre / 18 HS

¿Cúal es la dimensión social y cultural que empuja a las personas a determinadas exigencias, atadas a la norma de lo esperable? ¿Cómo interpelar algunos prejuicios vinculados a la salud mental?

El recorrido que proponemos con las películas del ciclo dispara múltiples preguntas y tendrá su instancia de reflexión colectiva en un conversatorio con integrantes de los equipos de realización y profesionales de la salud mental.

El Conversatorio es organizado junto a la Dirección Nacional de Protección de Derechos de Grupos en situación de vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Participan

  • Ángel Barraco Psicólogo. Co-redactor de la Ley 448 de Salud Mental (CABA). Colaborador en la producción de El vecino del PH

  • Laura Lago Productora de Los fuegos internos y coordinadora de El Cisne del Arte

  • Jorge Deodato Guionista y protagonista de Los fuegos internos

  • Alexandra Kohan psicoanalista

  • An Millet Trabajador social. Investigador en salud mental y cisexismo.

Moderan

  • Leonardo Gorbacz Director Nacional de Protección de Derechos de Grupos en Situación de Vulnerabilidad / Secretaría de Derechos Humanos

  • Celeste Orozco Equipo de Programación del Área de Cine del Conti

Presentan

  • Horacio Pietragalla Secretario de Derechos Humanos de la Nación

  • Lola Berthet Directora del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

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