El miércoles 28 de octubre realizamos el Conversatorio «Múltiple Romero», homenaje a Juan Carlos Romero en lo que sería su cumpleaños número 89, uno de los protagonistas indiscutibles del arte político argentino. La presentación estuvo a cargo de Lola Berthet, Directora Nacional del Conti, Lorena Bossi, Coordinadora de Artes Visuales del Conti, quien moderó el encuentro. Participaron amigxs, colegas, compañerxs de militancia y también su hija, Elga Romero, quien quiso decir presente en el chat de transmisión. Fernando Davis, Marcelo Lo Pinto, e integrantes del M.O.C. (Museo del Objeto Contemporáneo), integrado por Virginia Corda, Luján Funes, Laura Andreoni y Paula Doberti. Cada unx se sentó alrededor de esa mesa imaginaria y nos acercaron a ese artista de enorme tamaño, quien hacía de lo colectivo un modo de vida.
Fue en modalidad virtual como nos obliga este tiempo de pandemia, pero la sensación que rodeó la charla fue la de estar sentados alrededor de la mesa en la casa de Juan Carlos. Todxs hicieron referencia a esa casa como un lugar de encuentro y aprendizaje, donde Romero acercaba libros para que se llevasen y pudieran concretar los diferentes proyectos.
Como si se hubiese tratado, a modo de consigna implícita, de conformar una lluvia de ideas en torno a la figura de Romero, fueron haciendo eco las menciones, las historias que daban cuenta de su solidaridad, su juventud presente, su generosidad, su disrupción, su compromiso sostenido, su acción permanente, su concepción colectiva del arte y la vida en general, su ruptura con todo aquello que tuviese que ver con lo elitista y segmentado, con la institucionalidad tajante que no daba lugar al vuelo y a la inclusión de tantxs anónimxs talentosxs a quienes él les convidó a entrar al mundo del arte.
En palabras de Fernando Davis “era un trabajo colectivo, con otres, pensar en afectación, cruzado con otres, la conexión entre arte y política”. Ese trayecto definió al artista que era, Marcelo Lo Pinto subrayó: “Construir una vida de artista a distancia del mercado es difícil, no participaba del mercado, o lo hacía lateralmente, generaba condiciones de producción propia”. Las compañeras del MOC resaltaron: “Todos le decíamos Maestro, pero era un compañero, todo era horizontal con él (…) “Él nos diría: ‘bueno, ahora ya está el homenaje, ahora hagan, construyan’. Juan Carlos nos contagiaba en la acción. Es irrepetible. Lxs que lo conocimos tratamos de reproducir eso”. Sus amigxs y compañerxs crearon en esa charla la imagen de un Romero genuino, un afiche gigante hecho de historias compartidas con él, donde todxs pudimos verlo y sentirlo.
Era un día para festejarlo y fetejarnos, coincidieron en ese concepto Lola Berthet y Lorena Bossi al mencionarlo: “traer al presente ese espíritu activista y callejero y llenar las pantallas en tiempos de pandemia con su nombre”.
Todo eso que narraron y más era Juan Carlos Romero, un artista comprometido con su tiempo en el mismo instante que iba transcurriéndolo. Alguien que, en palabras de muchxs “no hacía retrospectivas, eso lo hacen los viejos”. Un artista que ponía en imágenes la crueldad de una dictadura, las injusticias, y las convertía en poesía de protesta, y con ello sembraba conciencia política. Ponía el cuerpo completo, no sólo su mente y sus manos para crear, sino su cuerpo al frente en forma de denuncia y aprendizaje que contagiaba en la acción.
Romero siempre estuvo cerca, pero luego de aquel conversatorio lo estuvo más aún, para muchxs que no conocían tantas anécdotas que enarbolaron la charla en el día de su cumpleaños.
Un artista grupal jamás muere. Permanece vivo como semilla en todxs aquellos que lo han conocido y multiplican su ejemplo de arte en lucha.
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