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Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

Democracia, dilemas y desafíos
Presentación del cuadernillo en el marco del XIV Seminario Internacional Políticas de la Memoria
Cuadernillo 5. Repertorios. Perspectivas y debates en clave de Derechos Humanos

Democracia

Dilemas y desafíos

Una publicación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación

Jueves 28 de septiembre / 18.30 HS

Autores: Ezequiel Ipar, Lucía Wegelin, Micaela Cuesta, Jeremy Waldron, Víctor Abramovich, Pablo Villarreal, Esther Solano, Franco Delle Donne, Sara Isabel Pérez, Florencia Moragas y Rita Segato

Prólogo

"En la quinta edición de la colección Repertorios, la Secretaría de Derechos Humanos aborda una problemática de creciente preocupación en los últimos años a nivel regional y mundial. Los discursos de odio que alimentan el accionar de los movimientos de extrema derecha e impulsan el ascenso de los partidos políticos que los representan constituyen un problema esencial que amenaza a la democracia tal y como la defendemos hace 40 años. En Argentina, la lucha incansable del movimiento de derechos humanos y, posteriormente, las políticas de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, lograron avanzar en la reparación de las víctimas del terrorismo de Estado y ampliar los derechos de importantes sectores de la sociedad. Eso ha hecho que nuestro país, a lo largo de los años, sea considerado ejemplo en el mundo en esta materia. Supimos construir un acuerdo prácticamente indiscutido: la democracia es el mejor sistema posible para promover la equidad, la igualdad y el acceso a derechos fundamentales como la salud, la educación y la justicia. Estos discursos, con la excusa la libertad de expresión, individual o de mercado, intentan debilitar y discutir estos pilares, poniendo en realidad en riesgo los logros alcanzados en estos años y a la población en su conjunto.

Hace 40 años las dictaduras se encargaron de generar mayor desigualdad en nuestra región implantando el neoliberalismo y el disciplinamiento a través del terror. Hoy, quienes niegan esa caracterización son los mismos que sostienen discursos de odio y alientan estos grupos, demostrando así que la estrategia cambió pero que el objetivo es el mismo. Los movimientos de extrema derecha degradan institucionalmente la democracia cuando distorsionan los procedimientos del Estado de derecho para privilegiar a los poderes económico y judicial, pero sobre todo la vulneran cuando atacan derechos que son producto de conquistas históricas y deben ser garantizados por el Estado. El mayor problema de estas prácticas no es lo que dicen, es que se traducen con el tiempo en violencia social y política de maneras cada vez más intensas. Violencia social porque alientan lógicas que avalan la “justicia por mano propia”, la violencia institucional y la discriminación, dejando expuestos a los sectores más vulnerables de la sociedad. Violencia política porque, junto con otras prácticas como el lawfare y la colaboración de los medios de comunicación y grupos económicos concentrados, llegan incluso a atacar a organizaciones y referentes populares que les resultan una amenaza, siendo el intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner el 1 de septiembre de 2022 el caso más grave que vivimos en Argentina en los últimos años.

Este número, como todos los de la colección, trae a la mesa uno de los temas que consideramos urgente abordar hoy. Este año cumplimos 40 años del proceso democrático más largo que tuvimos como país: nuestra tarea es, entonces, alertar y debatir sobre los problemas que amenazan y violentan aquello que logramos construir y nuestra responsabilidad es reafirmar los pilares de justicia y respeto por el otro que permitan impedir definitivamente que la ruptura del pacto democrático que estos grupos pretenden instalar nos vuelvan a poner en peligro a todos y todas."

Horacio Pietragalla Corti
Secretario de Derechos Humanos de la Nación

Introducción
Ezequiel Ipar, Micaela Cuesta y Lucía Wegelin

Los 40 años que han pasado desde la recuperación de la democracia en Argentina son una ocasión especial para esta publicación. Aquellas jornadas llenas de entusiasmo y esperanzas del año 1983 les dieron forma a los ideales del primer proceso democrático de larga duración en nuestro país. Esos ideales, forjados al calor de las luchas sociales contra la dictadura, intentaban darle forma a una visión no– violenta del mundo social proyectando la fuerza normativa de los derechos humanos sobre las reglas básicas de la vida pública y la sociedad civil. El proyecto de esta nueva comunidad democrática, que se proponía durar en el tiempo para dejar definitivamente atrás los horrores de la dictadura, sigue siendo el suelo y el horizonte de los mejores anhelos políticos de la sociedad argentina. Por supuesto, mirando hacia el pasado vemos que la lista de las dificultades y las desilusiones también llegarían pronto, en algunos casos motivadas por crisis económicas como la que hoy estamos viviendo a nivel global y en otros casos por las debilidades propias del sistema político. A pesar de todo, la democracia siempre se sobrepuso a las dificultades que motivaban la desilusión, apareciendo incluso como ese movimiento de negatividad política mediante el cual una ciudadanía comprometida con sus valores denuncia sus promesas incumplidas y piensa activamente caminos alternativos.

Sin embargo, el proyecto de la comunidad democrática enfrenta hoy nuevos problemas a nivel global, con sus particularidades a escala regional y local. Las desigualdades que arrastra la globalización de la economía, las transformaciones en la cultura política y el empuje irrefrenable de las nuevas tecnologías de la comunicación social se fusionan en un nuevo tipo de desafíos. De esta combinación de factores surgen los dos grandes temas de esta publicación: la creciente circulación de los discursos de odio que corroen la esfera pública democrática y la emergencia de nuevas formaciones políticas de derecha radical, que canalizan el malestar con esta forma de la globalización capitalista proyectando sobre el presente la memoria y las estrategias de las fuerzas políticas antidemocráticas del pasado.

Los discursos de odio son un problema de las sociedades contemporáneas y al mismo tiempo un síntoma de sus crisis internas. Por tal motivo, adquiere especial relevancia la lectura del trabajo de Jeremy Waldron en el que aborda los problemas que se le plantean al pensamiento jurídico democrático las demandas por establecer una regulación democrática de los discursos de odio. Su planteo nos ayuda a comprender desde la filosofía del derecho el alcance de este concepto tanto en los términos del debate jurídico–político como en el significado que adquiere desde el punto de vista de la experiencia de la vida social de los grupos particularmente afectados. En su debate con Dworkin se abordan las objeciones a la regulación que parten del argumento de la pérdida de legitimidad democrática de cualquier política que se haya decidido en un contexto en el que no se pudieron escuchar todas las voces de la ciudadanía, inclusive aquellas que encarnan formas ancestrales del odio social y los prejuicios violentos. Lo que Waldron quiere resaltar es que la cultura jurídica democrática requiere que los saldos epistémicos o procesos de aprendizaje moral que tutelan la dignidad humana se transformen en garantías básicas para el reconocimiento simbólico del valor de todos los miembros de la comunidad política. Bajo este prisma se piensan a las regulaciones razonables de los discursos de odio como requisitos aceptables y justos de la esfera pública.

El artículo de Abramovich complementa al texto de Waldron partiendo del reconocimiento de una contradicción jurídica: los principios constitucionales sobre la igualdad y la no discriminación confrontan con la imposibilidad de la censura previa que establece el principio de la libertad de expresión. Desplegando las tensiones internas del propio principio de igualdad, el autor muestra que las acciones contra las “injusticias culturales” articuladas en discursos estigmatizadores constituyen una exigencia a los Estados democráticos contemporáneos. En el texto se recorren las convenciones y pactos internacionales sobre derechos humanos y también la legislación local en donde aparece expresada esa exigencia, de manera que se reconstruye el marco conceptual y normativo que permite justificar la regulación estatal de determinadas expresiones de odio. Si bien en el artículo se plantea inicialmente la tensión con el principio de la libertad de expresión, una complejización interna de ese principio permite reconocer que hay una concepción igualitaria de la libertad de expresión que también considera la posibilidad –o incluso la necesidad– de la intervención estatal en función de la garantía de la pluralidad de voces en estructuras de comunicación muy desigualitarias. El autor muestra que de esa manera no se resuelve la tensión, sino que se la vuelve interna al propio principio de la libertad de expresión. Por eso, él busca en el sistema de convenciones y pactos interamericanos la clasificación de discursos protegidos por la libertad de expresión que puede resultar provechosa para pensar el problema de los discursos de odio. A partir de esa clasificación se abre también una discusión interesante y particularmente relevante para el contexto de la democracia argentina contemporánea: qué puede hacer el Estado con las expresiones discriminatorias realizadas en el marco de críticas a una gestión, un funcionario o una propuesta política en tanto se trataría de discursos especialmente protegidos por tratarse de temas de interés público para el debate democrático. El camino a seguir no parece estar definido de modo claro en la legislación existente, aunque sí está claro que la censura previa y las sanciones penales estarían fuera de los límites de las capacidades estatales sobre este tipo de discurso. De todos modos, Abramovich justifica la necesidad de un escrutinio más estricto para determinar la posibilidad de la intervención estatal en estos casos y la necesidad de imaginar otro tipo de medidas de reparación que contribuyan a combatir los estereotipos. La posibilidad de garantizar el derecho a réplica (tal como aparece mentada en la CIDH) por parte de los colectivos afectados podría resultar un mecanismo útil para la esfera pública en tanto no sería restrictivo sino potenciador de las voces, pero se trata de una acción para la cual no existe un marco normativo vigente. El llamado a imaginar y avanzar con mecanismos no punitivos en nombre de un concepto complejo de libertad de expresión que incluya la preocupación por las “injusticias culturales” es una preocupación que toda esta compilación busca retomar.

Cerramos esta primera serie de textos enfocados en los problemas teóricos que abre el concepto de discursos de odio con una reflexión de los compiladores -Ezequiel Ipar, Micaela Cuesta y Lucía Wegelinque titulamos “Sufrimiento y normatividad: para una teoría crítica de los discursos de odio contemporáneos”. Retomando algunas de las intuiciones más relevantes de la filosofía moral de Theodor Adorno, el texto busca resolver algunos de los dilemas que enfrentan los planteos de Waldron y Abramovich a partir de una concepción no–paternalista del punto de vista de los afectados.

Esta interrogación explora el significado del sufrimiento individual y colectivo que se reproduce a través de los discursos de odio e intenta conectar estas experiencias del sufrimiento social con los criterios de justicia que podrían utilizarse como principios para el abordaje normativo. Desde un punto de vista que combina la reflexión filosófica con las investigaciones de las ciencias sociales sobre las formas del sufrimiento social, este trabajo pretende abrir un camino para pensar criterios de justicia aplicables al problema contemporáneo de los discursos de odio. En esta dirección puede leerse también el otro texto de los compiladores (escrito en este caso junto con Pablo Villarreal) “Dilemas de la esfera pública digital: discursos de odio y articulaciones político–ideológicas en Argentina”, que ofrece el material empírico involucrado en aquella reflexión sobre la justicia y aborda la historia del concepto de esfera pública que aparece siempre como trasfondo de muchas de las polémicas contemporáneas sobre la relación entre discursos y política en las sociedades democráticas.

Los artículos de Esther Solano y Franco Delle Donne desarrollan el otro gran tema de esta compilación: la lógica de funcionamiento y las causas del ascenso de partidos y líderes políticos de la derecha radical. En el trabajo “La bolsonarización de Brasil”, Solano ofrece un seguimiento riguroso y detallado de la trayectoria tanto del expresidente Jair Bolsonaro como de su electorado. La autora recupera investigaciones realizadas durante los años 2016 y 2017 que dan cuenta de cómo narrativas antipartidarias, antipetistas, antigualitarias y meritocráticas presentes en redes sociales y mass media calaron en porciones significativas de esa población. Sirviéndose de un análisis cualitativo realizado en 2018 de entrevistas en profundidad a votantes de Bolsonaro, brinda un panorama detallado de los motivos ideológicos y las justificaciones político– morales que sostienen el voto del candidato de la derecha de Brasil: negacionismo político, pánico moral, disposiciones antisistema, reacción conservadora a los avances de los movimientos feministas y LGTBTQ+, entre otros.

Una de las claves más interesantes que entrega el artículo es la de presentar ese “negacionismo político” como el retorno paradójico, de una clara política de derecha que “disputa imaginarios y subjetividades” colocando la emoción y la afectividad en el centro de la escena. El desafío para la democracia queda planteado: cómo confrontar con estas derechas radicales sin caer en la misma lógica de una política de la enemistad que se nutre del miedo y del odio a quienes instituye como amenaza. El campo democrático, concluye la autora: “debe entender que todos esos afectos forman parte del ser humano, de su formación como sujeto político, y debe también dialogar con ellos, pero desde la perspectiva de la construcción del proceso civilizatorio, incluyendo en el debate la potencia de los afectos positivos y creativos como la esperanza, la tolerancia o la posibilidad de una vida en común”.

En una perspectiva de análisis similar a la de Solano se desarrolla el trabajo de Franco Delle Donne, un gran investigador crítico del ascenso de las ideologías antidemocráticas en las sociedades europeas. Su trabajo también se centra en el problema de los afectos, la política y las técnicas discursivas sobre las que se monta el crecimiento de las derechas radicales en este particular contexto de crisis global.

El artículo “¿Por qué votamos a la ultraderecha?” nos muestra el panorama europeo de este tipo de desafíos a la democracia a través de un análisis detallado de figuras, partidos políticos y lógicas del sentido de la propaganda que el lector latinoamericano sabrá reconocer en sus afinidades y diferencias con lo que le toca dentro de su propio horizonte político. Su lectura abre el camino del aprendizaje mutuo sobre un problema que claramente no solo tiene causas globales, sino también formas de articulación y organización de las estrategias ideológicas de las fuerzas políticas que asedian las bases de los consensos democráticos desde la derecha radical.

Para completar el análisis de estos desafíos ideológicos a las formas de vida democráticas, concluimos esta compilación con dos abordajes que piensan esta constelación de problemas a partir de una temática que ha adquirido una gran centralidad en el discurso de la extrema derecha contemporánea: la cuestión del género. Desde la perspectiva del análisis crítico del discurso (siguiendo la línea de trabajo desarrollada por Ruth Wodak) el texto de Sara Pérez y Florencia Moragas se detiene en el discurso de lo que ellas denominan grupos “antiderechos” o “antigenero” en América Latina. El estudio permite destacar el lugar que tienen las críticas a los avances del movimiento feminista en la articulación de un discurso regional capaz de reforzar una identidad política conservadora. En su análisis resulta evidente que las redes sociales han tenido (y tienen) un lugar central en la transnacionalización de un discurso común cuyas estrategias compartidas las autoras se encargan de presentar. Entre ellas se destaca la utilización de una retórica de la guerra que no solo confronta un nosotros contra un ellos (un enemigo en donde se reconoce a veces al gobierno, a los políticos, la escuela o directamente a los feminismos) sino que describe un presente en el que el nosotros estaría bajo ataque. El contenido de ese ataque varía según las coyunturas nacionales y los debates públicos de cada caso, pero las metáforas asociadas a la guerra se repiten, así como también se repite un enemigo que se va delineando como un fantasma que asedia a nivel global: la “ideología de género”. Las autoras sostienen que “uno de los logros centrales de los grupos conservadores y antigénero ha sido la divulgación en distintos espacios mediáticos de la expresión ‘ideología de género’, como signo ideológico que estructura el campo discursivo y político, y cuya existencia hoy es reconocida por diversos actores y cuestionado en su definición por otros”. Es interesante que, cuando se pone el foco en las repeticiones de metáforas o frases en distintas coyunturas, se puede observar que los mecanismos de replicación discursiva de las redes sociales como el hashtag #salvemoslasdosvidas o #conmishijosnotemetas terminan siendo centrales para las estrategias de legitimación y el reforzamiento identitario de estos grupos.

Esta publicación cierra con el “Manifiesto en cuatro temas” de Rita Segato, que trae la cuestión de género –piedra angular de todo orden patriarcal de poder– para realizar una crítica y una contrapropuesta radical. La virulencia con la cual hoy los movimientos más o menos de derecha resisten las victorias en el plano de las luchas feministas nos habla de la fuerza con la que se anuda el orden patriarcal con el orden capitalista y la moralidad cristiana–familiarista. El mandato de masculinidad del que también y quizás en primer término son presas los propios hombres es la apariencia que adopta esa pedagogía primera de la expropiación y la dominación que se continuará en formas de la crueldad y la guerra, así como también en prácticas homofóbicas, transfóbicas y misóginas. En palabras de la autora, combatir la desigualdad de género es combatir, en simultáneo “todas las desigualdades de prestigio y poder en todos los otros ámbitos de la vida […]. Las supremacías en los órdenes económico, político, colonial, racial son réplicas funcionales del orden patriarcal”. Sostenido en relatos míticos, arcaicos, a través suyo se reproducen la subordinación y obediencia sobre la que se extiende y generaliza la expropiación más amplia y heterogénea de plusvalía (sexual, bélica, económica, política, moral). Impugnar el modelo de “hombre” como principio universal conduciría a la reformulación crítica del modelo de Estado, de esfera pública, de mercado, de corporación, de “otredad” que, sobre él, se erige. Romper la matriz binaria es atentar contra esa otra matriz apropiadora, de dueñidad, que se extiende sobre el planeta. “La crueldad habitual es directamente proporcional al aislamiento de los ciudadanos mediante su desensibilización al sufrimiento de los otros y a formas de gozo narcísico y consumista”. Para Rita Segato no se trata ya de politizar lo doméstico (mentado en la consigna “lo personal es político”) sino de “domesticar la política, desburocratizarla, humanizarla en clave doméstica, de una domesticidad repolitizada”. Intervenir en los estilos a través de una resignificación de la política y la politicidad en clave feminista habilita una redefinición crítica de la utopía (evolucionista y eurocéntrica) que devuelve la mirada hacia aquellas “experiencias concretas que los pueblos de organización comunitaria y colectiva todavía hoy, y entre nosotros, ponen en práctica para limitar la acumulación descontrolada y cohibir la grieta de desigualdad entre sus miembros”. Para contrarrestar la pedagogía de la crueldad, solidaria de un apego hacia las cosas a las que nos empuja la intemperie del proyecto histórico del capital, una política de los vínculos, de la cercanía, de la proximidad, del amparo. Ese otro proyecto, disfuncional desde el punto de vista del capital, será plural y, sin duda, más democrático.

El conjunto de las miradas sobre los discursos de odio y las derechas radicales que acabamos de glosar interrogan a algunos de los peligros más importantes que enfrentan las democracias contemporáneas. Volver a revisar estas reflexiones nos debería servir para tener mejores herramientas a la hora de enfrentar las estrategias discursivas que en nuestro tiempo recurren abiertamente a la politización del racismo, la misoginia o la aporofobia, así como a la promoción del autoritarismo y la exaltación de las formas más crueles de la violencia social. En este contexto de crisis múltiples y manipulación del padecimiento que produce en los sujetos, la cultura de los derechos humanos vuelve a transformarse en un baluarte de los Estados constitucionales democráticos. Pero al resaltar el vínculo interno que existe entre los derechos humanos y la constitución democrática no deberíamos caer en el idealismo de lo ya logrado. La democracia no existe solo en las instituciones o en un conjunto de valores ideales que pretenden sintetizar aprendizajes políticos del pasado. Democracia es también un modo particular –abierto, participativo y no violento– de enfrentar y de resolver los problemas graves (pensemos en el cambio climático, las desigualdades y la marginación económica, el nuevo militarismo y los riesgos planetarios que implica) de una época. El mejor homenaje que le podemos hacer a los 40 años de democracia es revisar críticamente esa historia con un sentido emancipador y crear nuevas soluciones democráticas que nos permitan superar, lejos de la estridente cultura del odio, los desafíos que tiene hacia adelante nuestra sociedad.

Actividad Gratuita / No requiere reserva previa

XIV SEMINARIO INTERNACIONAL POLÍTICAS DE LA MEMORIA
XIV SEMINARIO INTERNACIONAL POLÍTICAS DE LA MEMORIA

DEMOCRACIA
40 años

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