A lo largo de los últimos 40 años se afianzó en nuestro paÃs un consenso democrático que implica el respeto por la vigencia de los derechos humanos, la condena al terrorismo de Estado, la necesidad de sancionarlo y la valoración del sistema democrático como modo de convivencia social. Mucho tuvo que ver con la consolidación democrática el movimiento de derechos humanos, quien ante cada coyuntura crÃtica estuvo presente enfrentando los ataques y amenazas al sistema democrático y propugnando la protección y consolidación de los derechos humanos.
Desde sus inicios, el movimiento se caracterizó por su apertura y composición heterogénea: organismos de derechos humanos, algunos precedentes a la dictadura, y otros como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo que se originaron en esos años; activistas sociales, sindicales y polÃticos asà como artistas, intelectuales y ciudadanos y ciudadanas comprometidos y comprometidas. Este conjunto de organizaciones y activistas llevan adelante acciones públicas y demandas hacia el Estado por el reconocimiento de las violaciones ocurridas durante la última dictadura militar y en el perÃodo democrático, y también han estado presentes en muchas de las luchas por la conquista de nuevos derechos, constituyéndose como la base ética de nuestra democracia.
En la actualidad nuevamente la democracia se encuentra amenazada. ¿Qué enseñanzas y legados nos deja el movimiento de derechos humanos para enfrentar los desafÃos y las nuevas preguntas en torno a la democracia? ¿Qué relecturas y reflexiones podemos hacer a la luz de la actual coyuntura? ¿Cuán necesarias son las memorias de las luchas sociales y las conquistas de derechos del pasado en nuestro presente crÃtico? ¿Qué papel pueden jugar las memorias contra el terrorismo de Estado en la construcción actual de la defensa de los derechos humanos?
Hoy, cuando la democracia parece entrar en una crisis profunda, amenazada por prácticas autoritarias, negacionismos, discursos de odio y violencia polÃtica, apelamos al legado del movimiento de derechos humanos como guÃa y orientación para enfrentar los nuevos desafÃos que la democracia nos plantea.
No hay democracia sin derechos humanos y hoy nuestra democracia está en crisis. Será necesario entonces apelar a la imaginación polÃtica y a la organización colectiva más que nunca para defenderla y revitalizarla.
Diseño: Guadalupe MarÃn Burgin