Esta retrospectiva, dedicada a Ingmar Bergman en el centenario de su nacimiento, pretende realizar un repaso por algunos hitos de su prolífica carrera, ofreciendo al público la oportunidad de reevaluar o de descubrir por primera vez el trabajo de uno de los más influyentes directores de la historia cinematográfica.

El ciclo acompaña la muestra en exhibición 100 años de Ingmar Bergman en Argentina, curada por Raúl Manrupe.

Un verano con Mónica

Mónica y Harry son dos adolescentes enamorados que se escapan en un pequeño bote para pasar un idílico verano a solas, lejos de sus opresivas vidas familiares. Este film es una de las mejores producciones de un joven Bergman en busca de un estilo propio, una película que funciona como un espejo de la sociedad sueca del momento y que influyó en muchos cineastas posteriores, especialmente en los jóvenes franceses de la Nouvelle Vague.

El silencio

Dos hermanas distanciadas por el rencor, Ester y Anna, viajan a un país europeo al borde de la guerra. Ester se enferma gravemente y deben quedarse momentáneamente en un hotel. A principios de los sesenta, Bergman atravesaba una profunda crisis personal; al mismo tiempo, el medio cinematográfico se reinventaba a sí mismo. Ambas circunstancias contribuyeron a que se distanciara de sus trabajos de la década anterior para abordar el aislamiento emocional y el vacío espiritual que sentía a su alrededor.

Persona

Una célebre actriz de teatro pierde la capacidad de hablar durante una actuación. La enfermera encargada de cuidarla intentará romper su mutismo hablándole sin parar. Esta es, sin dudas, la película más arriesgada y recordada de Bergman, convertida rápidamente en un clásico de culto. El propio Bergman la describió como un concierto para dos instrumentos, siendo los instrumentos sus protagonistas, Liv Ullmann y Bibi Andersson, quienes entregaron una memorable actuación.

Sonata de otoño

Charlotte es una famosa pianista que ha estado tan volcada a su carrera profesional que no ha visto a su hija Eva en siete años. Después de tanto tiempo, Charlotte decide visitar a Eva y a su esposo. En esta película, un drama en la mejor tradición del teatro de cámara, Bergman se vuelca hacia uno de sus tópicos recurrentes: las tensiones que caracterizan a los vínculos familiares. Ternura y crueldad van de la mano en este film rodado durante el exilio de Bergman en Alemania.

Fanny y Alexander

Fanny y Alexander son dos hermanos que pertenecen a una acomodada familia ligada al teatro. Su vida pegará un giro radical cuando, tras enviudar, su madre decide casarse con un predicador autoritario que los obliga a mantener una vida ascética. El último film de Bergman realizado para el cine (sus películas posteriores serían realizadas para la televisión sueca) es un testamento cinematográfico plagado de elementos autobiográficos: muchos críticos lo han considerado como el trabajo en el que Bergman finalmente forjó una tregua con sus fantasmas personales.