Artista argentino nacido en Córdoba en el año 1934. Su único maestro de sus primeros años como artista fue Ernesto Farina (1912-1989). En 1951 viajó por primera vez a Europa. Entre ese año y 1953 estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y en la Escuela de Bellas Artes de París. Fue en ese período cuando aprovechó para visitar varios museos en donde se interesó por la obra de Goya, Gutiérrez Solana y Daumier.
Regresó a Córdoba en 1954 donde, tres años más tarde, realizó su primera exposición individual en la Galería Paideia. Es entonces cuando comenzó su participación en concursos y salones de arte. Poco tiempo después, decidió emprender viaje por América Latina. Tuvo la oportunidad de exponer en Guatemala y Quito. En 1960 se instaló en México durante algún tiempo, en donde se sintió muy atraído por el arte precolombino por lo que visitó varias ruinas arqueológicas e inició su colección de ese tipo de arte. Además, entabló relación con Alfredo Siqueiros y otros artistas norteamericanos representativos del "action painting".
Ese mismo año decidió regresar a Buenos Aires. Luego de un período abstracto cercano al informalismo, hacia 1963, Seguí comenzó a incluir una serie de cambios en su obra que lo fueron vinculando con la "nueva figuración". De esta forma, poco a poco fue introduciendo la figura humana en sus telas, así como fue aclarando su paleta, delineando las formas con mayor nitidez e incorporando algunas letras, números, flechas y/o tachados. Desde comienzos de los 60´, la obra de Seguí estuvo cargada de cierta ironía respecto al entorno social e introdujo algunas referencias burlonas a militares y burgueses. Sin embargo, su producción visual no estuvo muy politizada.
En 1963, participó del Premio Nacional organizado por el Centro de Artes Visuales (CAV) del Instituto Torcuato Di Tella, que en ese momento estaba dirigido por Jorge Romero Brest, quien promovió la adquisición de su obra Autorretrato de las vocaciones frustradas por parte del Instituto. Esta venta se concretó por un monto considerable y le permitió planificar una estadía de tres o cuatro meses en París, en donde vive y trabaja desde entonces. En la capital francesa, Antonio Berni le prestó su taller por un tiempo. Poco a poco, su profesionalización se aceleró, dejando a un lado otras vocaciones. Apenas llegado, expuso en la Bienal de París de 1963 y vendió 13 de las 15 pinturas de la serie de Felicitas Naón . Al año siguiente, realizó exposiciones individuales en las galerías Jeanne Bucher y Claude Bernard, con muy buen resultado comercial.
A fines de la década del 60´, realizó una serie compuesta por varios paisajes de diversas localidades de la provincia de Córdoba: Paisaje de Villa Allende (1967), Sierras de Córdoba (1968), El Zapato (1969), etc. Estas telas, de unos dos metros de alto cada una, se caracterizaron por la ausencia de figuras humanas, así como por la forma de representar la naturaleza, ligeramente irónica a modo de tarjetas postales de paisajes turísticos de la región. Seguí visitó la Argentina poco después del Cordobazo de mayo de 1969, levantamiento popular liderado por los sindicatos cordobeses que desató una brutal represión policial. De esta forma, con esta serie de pinturas, el artista quiso parodiar la imagen típica y turística de la provincia, haciendo alusión al desconocimiento que desde Europa se suele tener acerca de toda región argentina que no sea Buenos Aires, para dejar en evidencia el afecto que le tiene a su lugar de origen. En estas pinturas, la distancia respecto del referente es bastante grande (sólo la palabra al especificar lugares en los títulos e inscripciones conecta la imagen con la realidad).
Durante la década del 70´, realizó varias series como Retratos de familia, donde utilizó recursos del fotorrealismo parodiando el tradicional género pictórico. Tras un breve viaje a África, elaboró la serie de Los Elefantes, dibujos a carbonilla en donde aparece ese animal en paisajes que recuerdan a la pampa argentina.
En esa línea realizó Paisajes campestres, telas de tonalidades oscuras en las que la figura humana aparece de espaldas en la parte inferior de la obra. Los contrastes cromáticos los retomó a partir de sus obras vinculadas con la figura del tanguero Carlos Gardel.
Hacia la década del 80´, comenzó a representar en óleo o acrílico ciudades muy abigarradas, cargadas de elementos y figuras humanas caricaturescas con diferentes escalas. Es en esa década cuando empezó a representar en sus telas a un hombrecito de traje y sombrero, estereotipo de la alienación urbana. En 1988 inauguró las puertas del Centro de Arte Contemporáneo en el Chateaux Carreras de la ciudad de Córdoba, restaurándose así el castillo que había construido en 1890 David Carreras Ponce de León.
Su obra ha sido exhibida en varios países como España, Francia, Finlandia, Grecia, EE.UU., etc. En 1984 representó a la Argentina en la XLI Bienal de Venecia. Ha ganado numerosos premios y distinciones, tanto en el país como en el exterior.
El cazador de cabezas fue expuesta en la muestra individual de la obra de Antonio Seguí de la galería Elisabeth Franck Gallery de Knokke-le-Zoute en Bélgica (1994).