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Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

GACETILLA / MAYO 2017

UNA MUESTRA COLECTIVA SOBRE LAS MARCAS DEL EXILIO

Hijos e hijas del exilio: una mirada desde el arte

Entre las experiencias traumáticas de la última dictadura cívico militar en la Argentina está el exilio, que para algunos implicó el desamparo y para otros el miedo o la condena. A 40 años de los golpes de Estado en el Cono Sur, comienza a oírse con más fuerza la voz de los hijos e hijas del exilio que debieron transitar la vida lejos de sus familiares y amigos, muchas veces de mudanza en mudanza a causa de la persecución política a sus padres. Algo de esas sensaciones, de esas vivencias y recuerdos se pueden encontrar en la muestra en la que participaron seis artistas: Gabriela Bettini, Elisa Ferreira, María Giuffra, Daniel Henríquez, Julián Teubal y Francisca Yáñez.

Hijos e hijas del exilio: una mirada desde el arte

"Hijos e hijas del Exilio. Poéticas transgeneracionales" forma parte de la gran muestra "Exilios. Memorias del terrorismo de Estado", que se puede visitar hasta el 30 de julio de 2017 en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (Av. Del Libertador 8151 - ex ESMA) de martes a domingos y feriados de 11 a 21 HS con entrada libre y gratuita.

Ningún exilio es igual a otro. Para algunos fue el desamparo. Para otros, el miedo. Muchos lo sufrieron como una condena. O con la culpa de saberse sobrevivientes. Y también hubo quienes lo vivieron como una forma de la libertad. Lo que sí une a las exiliadas y exiliados argentinos es que su destierro formó parte de las prácticas represivas ejercidas por el poder estatal y paraestatal entre 1974 y 1983, del mismo modo que lo fueron la censura, la represión, la tortura, el secuestro, el asesinato, la cárcel y la desaparición forzada de personas.

Serán necesarias varias generaciones para procesar las heridas que causaron las experiencias traumáticas de la última dictadura cívico militar en la Argentina. Una de ellas es la que vivieron los hijxs del exilio, quienes tuvieron que transitar la vida lejos de sus familias, anhelando de alguna manera la tierra que dejaron sus padres a causa de la persecución política.

Los seis artistas comparten la característica básica de cualquier hijxs de exiliadxs: haber transitado largos períodos de su vida –en particular la infancia y adolescencia- divididos en dos, entre la tierra que acogió a sus familias y el país que las expulsó. Sin embargo, sus geografías se fueron configurando no a partir de distancias y coordenadas físicas: nacieron de cartografías afectivas, más allá de los mapas. Dos, tres países unidos en un mismo recuerdo, en una misma memoria.

El paraíso perdido que supone la infancia fue para ellxs una experiencia de extrañamiento, construida a partir de fragmentos, fracturas de la memoria, vacíos. Acaso sea esta la razón por la que una inmensa mayoría de estos hijos se hayan dedicado de alguna u otra manera al arte, como una forma de poder representar esos vacíos, que aparecen en la obra de Elisa Ferreira, "Nuestra piel transpira memoria", en la que trabaja con fotografías intervenidas de su infancia. En esas fotos se ven playas, bares, arena y valijas, elementos que también aparecen en la obra del artista chileno Daniel Henríquez exiliado en España y hoy radicado en Argentina. Su obra, una valija llena de cartas, arena, fotografías y algo de ropa, lleva el tituló "Epífito – clavel en el aire". La obra se encuentra en uno de los rincones de la sala, y en relación a esto el artista menciona que los rincones siempre le resultaron acogedores, lugares donde esconderse y que permiten apoyarse y apoyar las cargas que se llevan. "Recordar, recuperar, revisitar las memorias de mi vida errante es algo que hago habitualmente, pero ahora la introspección fue mucho más profunda. Sin lágrimas ni lamentaciones por lo acontecido, mi posición es constructiva: no tener raíz significa también ser libre, no necesariamente estar depreciado", reflexiona Henríquez.

La urgencia, la persecución y la mirada de niña está presente en la obra de la artista chilena Francisca Yañez. En enero de 1974, la familia Yañez fue obligada a exiliarse de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet ("72 horas para abandonar el país" les advirtieron). La madre le dio a Francisca una pequeña valija de plástico en la que le permitió llevarse unos pocos juguetes. Ella, con dos años, eligió unas figuritas que guardó en la valija. Al llegar al aeropuerto, militares armados los escoltaron hasta el avión con la indicación de abordar rápido. Al subir la escalera la valija se abrió y las figuritas salieron volando. Sin pensarlo dos veces todos los integrantes de la familia recuperaron una a una cada figurita bajo la mirada amenazante de los carabineros. Algunas de esas figuritas forman hoy parte de la muestra "De un país sin nombre".

Francisca comenzó a trabajar en la obra en 2013, cuando fue invitada a exponer en Alemania con motivo de los 40 años del golpe de Estado en Chile. De a poco, fue juntando relatos de personas de su generación que crecieron en dictadura y así comenzó a recuperar la voz de los hijos, cuando en ese momento el relato provenía siempre desde el punto de vista de los padres. "Me pareció importante tomar como punto de partida el relato de una maleta llena de papeles de colores que componían el equipaje de un niño, para desde mi historia personal poder hablar de cientos de historias de otros", cuenta Yañez.

La artista e ilustradora quiso que la muestra pudiera viajar como equipaje de mano, por eso eligió el papel como soporte, que es moldeable y liviano para transportar al mismo tiempo que evoca ese momento de pérdida y cómo se transforma en un símbolo de arraigo al que una niña recurre "cuando no hay pertenencia".

El tema del extrañamiento aparece también en el título de la obra de la ilustradora, María Giuffra: "Tres niños jugando en un país que no es el suyo". Ese país podría ser México, lugar donde se exiliaron ella y Julián Teubal, otro de los artistas que completa la sala. En su obra se recrea una piñata gigante, con forma de superhéroe. Teubal buscó recuperar la escala en la que él veía la piñata con los ojos de niño en cada cumpleaños festejado lejos de su país natal.

La muestra "Hijos e hijas del Exilio. Poéticas transgeneracionales" se completa con la obra de la artista visual Gabriela Bettini, nacida en 1977 en España. La dictadura se ensañó con los Bettini: secuestró e hizo desaparecer a numerosos integrantes de la familia, oriunda de La Plata. Los sobrevivientes se exiliaron en España. En "Larga distancia II" la lejanía, las comunicaciones, el acercamiento al pasado y el lugar de pertenencia son los temas de conversación entre una abuela –de familia armenia- y una nieta que atravesaron acontecimientos históricos y políticos que las llevaron a vivir en países distantes.

Desde diferentes disciplinas, con recursos heterogéneos y una búsqueda artística personal cada uno de los seis artistas que exponen en el Conti forman parte de un conjunto de voces, la de los hijos del exilio, que cada vez se escucha con más fuerza.

Contacto de prensa

Luciana Estévez - Romina Casas - Bárbara Komarovsky

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