Las gráficas del TPS se realizaron en medio de un clima social de movilización constante. El colectivo asumió la necesidad de generar imágenes que pudieran dar testimonio de lo que acontecía en el laboratorio social de la crisis. A través de los llamados “dibujazos”, trabajaban múltiples bocetos y luego elegían algunos para reproducir en serigrafía, aunque también utilizaron la técnica del esténcil o la pintada de banderas. El ritual instalado en aquellos años fue a partir de la impresión de remeras en el marco de las movilizaciones, festivales o eventos culturales. Prácticas que constituyeron místicas y se agenciaron con algunos de los movimientos nacientes en el post 2001.